Trece semanas nunca se sintieron tan cortas y a la vez tan eternas.
Tres meses y una semana han pasado desde que estoy creando un ser humano dentro de mí y nunca imaginé sentirme tan emocionada.
Dicen que el primer trimestres es el más difícil del embarazo y me alegro de terminarlo con solo algunas náuseas matutinas y el asco a la crema de dientes.
Llevo a mi boca el té helado de frutos del bosque que ahora por alguna razón me gusta mucho mientras veo en el televisor de la cocina las noticias de la mañana con Sara a mi lado desayunando.
Hoy debo asistir a otro control prenatal y estoy esperando que Alexander termine una llamada para irnos.
—¿Crees que hoy nos podrán decir el sexo del bebé? —le pregunto distraída a Sara mientras ambas miramos la pantalla del televisor.
—Es muy pronto todavía —responde. —Si no me equivoco falta como ocho o nueve semanas más.
Suspiro, ya quiero saber todo de este bebé. Estoy emocionada. Pensaba que era una locura eso de que empiezas amar a una criaturita antes de tenerla entre tus brazos, pero ya veo que sí es posible.
Alexander tenía que irse de viaje esta mañana y lo ha atrasado hasta el medio día por la consulta. Él está comprometido con este bebé incluso antes que yo. Y esta entrega total a su pequeño hace que me guste más.
Acepto que cuando me dijo que le gustaba y que quería intentar algo conmigo no lo podía creer, incluso llegué a negarlo internamente. Me asusta un poco dañar nuestra relación, después de todo debemos llevarnos bien por una personita en común.
Pero el hecho que me gusta desde el primer momento que lo vi en la clínica de fertilidad no puedo negarlo.
Aún no somos novios oficiales, no quiero darle nombre a esto que tenemos, que de por si ya es bastante enredado.—Estoy listo ¿Y tú? —se asoma en la cocina para hablarme.
—Sí, te estaba esperando. —me levanto de la mesa, llevo el pocillo al lavaplatos y me despido de Sara.
Salimos de la casa con un auto detras de nosotros, Alexander siempre ha tenido seguridad, pero ahora tiene más.
—Entramos a la consulta, y al salir te devuelves a casa con uno de los muchachos, tengo que correr al aeropuerto, lo siento. —me informa llevando su mano a mi pierna.
Lo miro y está con las cejas arrugadas mirando al frente, cómo si algo le molestara.
—Sí, por mí no hay problema. —contesto.
—No voy a tardar más de tres días, pero si quieres ve con Lily.
—Está en México, vuelve en dos días —le informo.
Alex no dice nada, sigue conduciendo hasta la clínica. Al llegar esperamos solo unos minutos para entrar a la consulta.
—Buenos días, padres —nos saluda la doctora Andrade.
—Buenos días — sonrío.
—¿Cómo te has sentido, Samanta? —pregunta.
—Me han dado náuseas matutinas, le cogí asco a la crema dental y nadie me puede mirar feo porque lloro. —le cuento a la doctora.
Ella sonríe, anota en mi historial médico y alza la vista a nosotros.
—Nada fuera de lo normal, ahora, puedes recostarte en la camilla para examinarte.
Miro a Alexander, este me da una pequeña sonrisa, me levanto y camino hasta la camilla donde estuve la otra vez.
—Doctora, y una pregunta mmm... —miro al hombre que ahora está a mi lado, y con solo ese gesto él sabe lo que voy a preguntar. — algo personal.
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By mistake ✔
RomanceMi madre siempre me dijo que no soy capaz de nada. Cuando decidí irme de casa para escapar de sus sermones me juró que estaba cometiendo un error y volvería. Qué no lo iba a lograr. Y tal vez tenía razón. Estaba sin empleo, sin dinero y con los día...