Mi madre siempre me dijo que no soy capaz de nada.
Cuando decidí irme de casa para escapar de sus sermones me juró que estaba cometiendo un error y volvería. Qué no lo iba a lograr.
Y tal vez tenía razón.
Estaba sin empleo, sin dinero y con los día...
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Samanta.
Sí tiene cara de que alquila vientre.
¿Cuántos embarazos pagos tendrá?
¡Que locura! La juventud cada día está peor.
Tanto dinero que le dio y sigue estando en pobreza, no sabe aprovechar nada.
A él se le entiende, ¿Pero ella? ¡Por Dios! Es una locura.
¿Por qué insultarla a ella y darle toda la responsabilidad? QUIEN PAGÓ POR UN BEBÉ fue él.
Siempre que pienso que la gente no me puede decepcionar más, sale alguien vendiendo a su propio hijo.
Por lo menos se hubiese buscado a alguien más bonita para tener a su bebé jajajajajaja
Las arcadas evitan que siga pensando en la cantidad de comentarios que he leído.
Todas esas personas solo juzgan, insultan y se llenan de moralidad, cuando ninguno sabe la verdadera razón, el artículo solo dice que Alexander me pagó por tener un bebé, no redactan como es que me embaracé exactamente, nadie sabe las verdaderas razones.
—Álex. —escucho la voz de Sara a mis espaldas —No, ha vomitado mucho, si sigue así se va a deshidratar.
Estoy arrodillada frente a el inodoro, no sé cuánto tiempo llevo aquí. Solo sé que estaba hablando con Lily, leí el artículo que publicaron y en cuestión de cinco minutos mi mundo empezó a dar vueltas, la cabeza me empezó a doler, mis orejas se pusieron calientes y las náuseas no las soporté más.
Me siento demasiado débil.
Es una vendida, no puede ser.
Me siento en el piso del baño a un lado del inodoro y empiezo a sollozar. No lo puedo creer ¿Quién infiltró toda esa información?
— Apúrate —Sara sigue hablando por teléfono. —No la encuentro bien.
Llevo las manos a mi vientre plano para sollozar aún más fuerte, pero algo llama mi atención, una punzada que va desde mi vientre hasta mi pelvis que me alarma.
Mi corazón empieza a latir aún más fuerte.
«No, no, no, no. Por favor chiquito, necesito que estés bien.»
—Sara —le hablo bajo, pero ella escucha.
—Mi niña —se arrodilla frente a mi pasando su mano por mi frente.
