22.- A veces debo ser hipócrita.

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Alexander.

—¡Eres un imbécil!— Will se acerca a mi por primera vez desde que entró a mi despacho.

Sonrío y le recibo el abrazo. Teníamos mucho tiempo sin vernos.

—Yo también te he extrañado—le contesto.

—¿Qué está pasando, Álex? —se sienta frente al escritorio mientras yo tomo asiento en mi silla. —¿Quién es esa chica? ¿Por qué Sara se está volviendo loca por esta noticia?

Suspiro y miro a mi amigo con cansancio.

Le cuento todo, absolutamente todo, desde que conocí a Samanta en la clínica de fertilidad hasta el día de ayer que se filtró toda esa información, termino de contarle cuando el cheque está completamente arrugado en mi mano.

—Esto es una locura —dice pasando su mano por la boca con sorpresa.

—Lo sé y eso es lo que más me enoja. Ella es la víctima de todo esto, ¡La embarazaron sin su consentimiento, eso es abuso por donde sea que lo mires, Will! Es la más afectada, así que lo mínimo que yo debo hacer es protegerla.

Mi amigo me mira con una sonrisa en sus labios, y antes de que hable sé que va a lanzarme una de esas verdades que a veces yo no quiero aceptar.

—Y porque estás enamorado de ella, Alexander, a mi no me engañas, la quieres y si no le has pedido matrimonio aún es porque es muy joven y no quieres asustarla.

Ambos soltamos una carcajada.

—¿Cómo no enamorarme? Si a pesar de todo lo que ha pasado, todos los días me espera con una hermosa sonrisa en el jardín de la casa. Siempre tiene una actitud positiva y se preocupa por los demás. Sin contar sus ocurrencias y comentarios espontáneos que me hacen reír.  Ella es una en un millón.

—¿Y ella lo sabe? —pregunta —¿Sabe que te tiene besando el piso por donde pasa?

Miro el cheque arrugado en mi mano, obvio que no lo sabe, ella puede parecer muy despreocupada, pero sé qué decirle mis sentimientos completos harán que de un paso atrás, ya con el bebé tiene suficiente.

Estamos en etapas diferentes, ella aún debe crear un nombre mientras yo nací con uno. Ya yo estaba listo para una familia y Samanta se vio envuelta en esto. Llevo años en el campo, ella aún debe seguir tomando experiencia profesional. Y sé que todo esto se puede cumplir aunque tengamos una familia, pero quiero que sea ella quien se acerque más a mi.

Por eso le di la opción de intentarlo, sin que se sienta muy comprometida, pero al mismo tiempo dándonos esperanzas.

Aunque se escuche poco, siete años de diferencia es una racha enorme para nuestras diferencias sociales.

—No tengo mucha intención de decírselo. —le contesto.

—Para una persona que defiende el hecho de que debemos expresar nuestros sentimientos para que otros estén conscientes, esto es muy doble moral de tu parte.

Y él no tiene idea de cómo lo sé.

—Lo sé. A veces debo ser hipócrita —me recuesto en el espaldar de la silla — No he llegado a donde estoy por siempre jugar limpio. —suspiro y siento la sonrisa de Will.

—Eres un imbécil. — susurra.

—Tienes la boca muy... Sucia — sonrío.

Definitivamente Will y Samanta se van a llevar muy bien.

—Ahora sí —se levanta de su asiento — Voy a llevar las maletas a mi habitación.

—¿Te vas a quedar? —pregunto.

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