13. «Alfa»

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13. «Alfa»

Quitarse el escudo es el primer
paso para ganar una guerra
- Elvira Sastre

Lilith Greco

Dominic, Trevor y yo pasamos toda la tarde con Eclipse. Le pusimos un documental sobre los incendios forestales y comimos helado de chocolate.

Eclipse parecía estar bien, aunque creo que ella realmente no entendía por completo la gravedad de la situación. De todas formas, me preocupaba que esto pudiera generarle un trauma.

Trevor me agradaba. Dominic nos presentó cuando nos sentamos en el sofá. Era un hombre muy energético, que sonreía todo el rato y siempre tenía algún chiste bajo la manga. Además de eso, parecía muy decidido de matar a su hermano por lo que había hecho.

Sí, me agradaba.

Una notificación me hizo mirar a mi teléfono, dónde le pedí a Abi si podía conseguirme un pasamontañas naranja. Ella me había enviado una foto del mismo.

Abigail: Lo tengo. ¿Para quién es, por cierto?

Lilith: Luego hablamos.

Bloqueé el aparato y volví mi vista a Eclipse, que dormitaba sobre el hombro de su padre.

—La llevaré a la cama —dijo Trevor—. Y quizá le cuente un cuento. Ya sabéis, tardaré un rato.

Rodé los ojos ante su insinuación. Eclipse murmuró feliz por la promesa y dejó que el de cabello rubio oscuro la cargara.

Miré a Dominic.

—Tenemos que ir poco a poco, hay que organizar bien todo —le expliqué—. Cuando te sientas listo, te presentaré a La Manada.

Él asintió.

—No quiero dejar sola a Eclipse. Confío en Trev y eso, pero... —suspiró.

—Lo entiendo —asentí yo—. Y, si necesitas dejarla con alguien en algún momento, yo suelo estar libre a partir de las tres de la tarde.

Él me sonrió de lado.

—Gracias por esto, Lilith.

—No tienes que agradecer nada —inconscientemente apoyé mi mano en su brazo. Nos quedamos mirando el tacto durante un par de segundos antes de volver a mirarnos a los ojos—. Los gemelos, Val y Ava están en la universidad, pero podemos hacer una videollamada para presentarte oficialmente.

—¿No habrá ningún ritual satánico ni nada, cierto? —bromeó.

—No, solo hacemos orgías.

Soltó una carcajada.

—No sé si quiero que mi hermano me vea la polla.

—Oh, te da miedo que él la tenga más grande —reí, èl me alzó una ceja.

—¿Has visto la polla de mi hermano? —inquirió.

—Un par de veces.

¿Qué puedo decir? Fueron ocasiones puntuales. Y tampoco es que me importara, Ash era como un hermano para mí.

Delirio (LM #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora