08. El lado de la revolución

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08. El lado de la revolución

Nadie será como yo y
eso te va a doler
- Anónimo

Dominic Harris

Nunca me molestó la corrupción. Viví rodeado de ella desde pequeño, escuchando en las reuniones trimestrales los planes que hacían más mierda a los últimos de la pirámide y más grandes a los primeros.

Siempre era así.

No estaba de acuerdo, pero nunca dije nada. En lo único que estaba de acuerdo con mi padre, era que detestaba los actos de La Manada.

Eran estúpidos, irracionales. Demonios, durante mucho tiempo miré mal a Asher por estar metido en esa mierda.

Aún no me gustaban, pero había comprendido que mi hermano nunca dejaría esa mierda y lo medio respetaba.

Pensé que podría hacer lo mismo con Lilith, pero fue tonto de mi parte. Lilith era la jefa, la más revolucionaria. Ella nunca estaría del lado de alguien que no apoyaba sus actos.

Actos ilógicos. Siempre fui una persona lógica, que seguía lo racional y dejaba los sentimientos de lado. Así que no, no entendía sus actos. Nunca los entendería.

Y detesto que nuestra posible historia acabara antes de si quiera comenzar, pero no podía relacionarme con algo que no entendía.

Habríamos sido una historia maravillosa, Lilith, lástima que tu sed de justicia fuese antes que tu sed por mí.

—¿Y qué? —cuestionó Trevor, ansioso por información.

—La llevé al mirado abandonado, hablamos un rato, nos masturbamos y luego me mandó a la mierda.

Parpadeó lentamente, como si no entendiera mis palabras.

—¿Cómo?

—Le dije que ignoraba la corrupción que había en Blue City.

—¿Eres idiota? —continuaba luciendo sorprendido— ¿Me estás diciendo que fuiste sincero en una primera cita? ¡Nadie hace eso! Y, espera, ¿os masturbasteis? ¿En plan adolescentes pubertos?

—Sí, algo así —asentí—. Además, yo no miento para agradar a los demás.

Aunque admito que no haber agradado a Lilith me provocaba un pinchazo agrio.

—Lo sé, ni siquiera te molestas en agradar a los demás —rodó los ojos. Luego, bufó—. No me creo que hayas perdido la oportunidad de follarte a esa diosa solo por ser estúpido.

Suspiré, mirando la hora en mi reloj.

—Debo ir a buscar a Lipse a clase. Deséame suerte.

—¡Oh, tocar a la profesora de tu hija no ha sido una buena idea!

Rodé los ojos.

—Sí, es lo que dije desde un principio —obvié.

Él soltó una carcajada a mis espaldas y salí de mi hogar, sin importarme si mi mejor amigo se quedaba o se iba.

Delirio (LM #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora