22. Martes 13, parte 1
Abrázame hasta que huela como tú
- AnónimoLilith Greco
Martes 13.
Desde que leí el diario de Theodore Rotland, tenía un mal presentimiento cada jodido martes 13.
Así que supuse que el mal presentimiento que se removía mi estómago era solo eso; paranoia.
Miré al otro lado de la cama, donde Nic dormía, y sonreí mientras lo despertaba suavemente.
—Cinco minutos más —gimió.
Para ser una persona con muchísimo autocontrol, odiaba despertarse.
—Tienes que ir a trabajar, Nic, y yo también —bufó—. Si te levantas ahora, quizá me pillas en la ducha.
Abrió los ojos de inmediato, haciéndome reír.
—Tenemos media hora antes de que Lipse se levante.
Solté una carcajada, mientras me subía sobre él y juntaba nuestros labios.
Maldita sea, amaba a este hombre.
***
Estuve todo el día un tanto distraída, así que estuve realmente agradecida de que llegara la hora de salida para los niños.
Nic me envió un mensaje, preguntándome si podía llevar yo a Lipse a casa porque estaba muy ocupado. Había estado planificando un nuevo gimnasio, así que últimamente yo hacía mucho eso. Llevar a Lipse, me refiero.
—Renacuajo, espérame un minuto y ahora nos vamos —le pedí cuando cerré la puerta del aula, una vez todos los alumnos estaban fuera—. Puedes jugar a algo mientras tanto, si quieres.
—Vale, mamá.
Sonreí por lo bajo. Lipse se había deshecho del «mamá Lil» y lo había dejado solo en la primera palabra. Demonios, mentiría si dijera que eso me molestaba.
No me importaba en absoluto adoptar el papel de madre para Lipse, a Dominic tampoco, y a la enana menos. Puede que aún me preocupase todo eso de que se convirtiera en un monstruo al crecer, pero Lipse tenía toda la faceta de una revolucionaria.
Sería una revolucionaria.
No tardé mucho en organizar la clase del lunes. Puesto que era viernes, le daría los últimos retoques durante el fin de semana.
—Vamos, renacuajo, recoge lo que has usado mientras yo guardo lo mío. ¿De acuerdo?
Ella asintió, comenzando a guardar los juguetes y yo me centré en colocar los papeles y todo lo demás en su sitio. Cuando el aula estuvo limpia, salimos de allí agarradas de la mano.
Mi coche ya tenía una sillita para Lipse, la habíamos comprado Nic y yo cuando comencé a llevarla a conmigo. Cuando me aseguré de que el cinturón estaba bien abrochado (admito que tardé un poco más de lo normal, solo por la paranoia de que algo malo sucediera), me subí al asiento de conductor y puse música antes de arrancar.
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Delirio (LM #3)
RomanceLilith era la que llevaba el control. Siempre. ¿Qué pasa cuando lo pierde a manos de el padre de su alumna favorita?