07. Luna

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07. Luna

Yo me maté en esa curva
(dije señalando su sonrisa)
- Julio Cortázar

Lilith Greco

Nos subimos al coche de Dominic y pregunté suavemente si podía poner música. Él asintió en seguida y a pesar de que amaría poner la lista musical de La Manada, eso era solo para La Manada, así que me limité a poner la radio.

Una canción de Harry Styles sonó de fondo y aunque no soy fanática, reconocí la melodía y tarareé la letra.

Nunca me molestó cantar en público, lo hago todo el tiempo con los chicos, pero me quedé en un simple canturreo porque estar con Dominic se siente como algo diferente.

—Cantas bien —halagó.

Reí por lo bajo. Qué mentiroso.

—No, no lo hago. Además, suelo cantar gritando.

—¿Y por qué no lo haces?

Me encogí de hombros.

Él puso lo ojos en blanco momentáneamente y subió el volumen de la radio cuando una nueva canción comenzó a sonar. Don't stop the music de Rihanna resonó por todo el vehículo.

—Venga, canta como sueles hacerlo —instó. Y no pude resistirme, porque Rihanna es Rihanna.

Obviamente, no pegué gritos tan fuertes como solía hacer cuando íbamos a mil por hora en un coche, pero canté de verdad. Dominic mantuvo una sonrisita divertida durante el camino. Canturreé casi todas las canciones que sonaban por la radio, agradecida con literalmente escuchar de todo y saberme la gran mayoría de memoria.

Unos quince minutos después, en los que solo escuchamos la música y mis cantos, Dominic detuvo el auto. Yo eché un vistazo a fuera cuando bajé.

Bien, estaba sorprendida.

El lugar en el que estábamos era un mirador aparentemente abandonado. Estaba en lo alto de una montaña y se podía ver la ciudad entera.

—Mi mejor amigo me contó sobre este lugar —explicó, dejando el coche encendido para que la música sonara por lo bajo—. Pensé que te gustaría más que un restaurante extremadamente elegante.

Sonreí. El lugar era viejo. Era una simple zona pavimentada al borde de la montaña, con barras de metal oxidado y con la hierba demasiado de los bordes demasiado alta. Era como si nadie hubiera pisado este lugar en mucho tiempo.

—Me gusta más, sin duda.

Las estrellas alumbraban el cielo, pero esas no fueron las que llamaron mi atención, lo fue la luna. Se alzaba deslumbrante y perfectamente redonda, con poder y fuerza.

—Tienes un brillo precioso en los ojos cuando miras a la luna.

Sonreí, aún sin apartar los ojos del satélite.

—Estoy enamorada de lo que ella representa.

—¿Y qué representa? —su voz fue un murmullo bajo.

—Fuerza, poder, superación. Joder, es la maldita calma antes de la tormenta. Parece tan calmada, pero si desapareciera vagaríamos en la oscuridad —aparté la vista finalmente del astro para mirarlo a él, que tenía sus ojos metálicos solo en mí—. Me representa.

Delirio (LM #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora