Capítulo 1

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Antes de comenzar solo quería dejar claro que es mi primera vez escribiendo.

Soy muy consciente de que pueden haber muchas faltas ortográficas, por eso mismo pido mil disculpas y  cada opinión, comentario o critica constructiva  la recibiré desde el respecto.

Espero que disfruten y sean parte de este pedacito de mi vida, que comparto aquí con todos ustedes. 

Muchas gracias.

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Recuerdo que solo tenía trece años cuando viví y sentí por primera vez una crisis de ansiedad donde no comprendía qué le pasaba a mi cuerpo. Tengo el recuerdo de haberle gritado a mamá que iba a morir y luego de eso me descompuse completamente.

Desde ahí esa sensación se fue repitiendo constantemente donde a medida que pasaba el tiempo se me hacía más difícil controlarlo y al tiempo comencé a caer en urgencia hasta que al final me tuvieron que tratar con un especialista.

Cuando cumplí los quince años unos días después mi padre decidió separarse de mi madre y marcharse de casa. La relación hace años estaba quebrada y él siempre decía que solo seguía para que no me faltara esa figura paterna en el hogar. Al ir creciendo me di cuenta de que fue un gran error. La verdad hubiera preferido que eso pasara mucho antes ya que las discusiones no se sostenían donde en muchas ocasiones me tuve que escapar o algún familiar venía por mí. Los últimos meses con mi madre nos teníamos que encerrar en la habitación por miedo a que nos hiciera daño.

—Ya voy —grito mientras escucho sonar el timbre desesperadamente.

—Estoy aquí que pesad...

—Pesada eres tú Lurdes, llevo tocando este maldito timbre hace más de media hora y no entiendo porque sigues con pijama si ya es tarde —me dice enojada Matilde.

—Dije que no iría, debo cuidar la casa Matilde.

—Esa mentira no te la crees ni tú, lo siento, ya está todo listo así que saldremos.

—No.

—Sí —me contesta, mientras camina detrás de mí.

—No.

—Sí y es la última palabra.

—Sabes lo que pasó la última vez que salí a una fiesta, ¿verdad?

—Lurdes... de eso no vamos a hablar ahora.

Con Matilde somos amigas desde que teníamos cinco años y desde ese entonces que nos volvimos inseparables. El nivel de nuestra confianza se basa en que ella puede usar mi cepillo de dientes si lo desea. Tenemos el carácter muy parecido, por eso a medida que íbamos creciendo comenzamos a tener nuestras primeras discusiones las cuales muchas veces se salieron de control. Luego ella siempre venía a tocar mi puerta para pedirme disculpas, a mí siempre me costó hacerlo, aunque ahora ya logramos llegar a ese equilibrio en el cual nos vamos comprendiendo y aceptando nuestras diferencias, ya que al final de eso se trata la amistad.

—Ok, me bañaré y arreglaré sin ninguna prisa, no quiero que vengas con tu voz chillona a decirme que termine rápido.

—Cuando me hablas de esa manera me dan ganas de besarte —ríe.

—Idiota —le grito.

Elegí ponerme unos pantalones negros ajustados, un sweater verde y bototos negros. Afuera está haciendo bastante frío, nos encontramos en pleno invierno, encima me pongo mi chaqueta gruesa y al quedarme grande me cubre bastante lo agradezco ya que soy muy friolenta.

—Lurdes te podrías apurar, Lena nos está esperando en la parada del metro —me grita desde el primer piso.

Sabía que no aguantaría estar en silencio, camino hacia la salida bajando las escaleras, me detengo en el espejo que se encuentra justo en la entrada mirándome y comprobando que todo esté en orden. El maquillaje se me da mal, lo único que hago es aplicarme bálsamo para hidratar los labios de esa manera evito que se me sequen en esta época de frío donde luego se me hacen unas heridas dolorosas.

Al llegar a la parada del metro vemos a Lena que nos sonríe desde la distancia y comienza a caminar hacia nosotras. A Lena la conocimos en la secundaria al comienzo hablaba muy poco luego se fue soltando a medida que se fue sintiendo en confianza. Es muy risueña y es muy difícil verla enojada, es la encargada de traer la calma cuando el ambiente se pone intenso.

  —Que sería estás Lu.

—Tú sabes que ella prefiere estar en esas cuatro paredes encerrada que aquí con nosotras, pero espérate que luego nos va a agradecer..

Siento el abrazo de Lena por detrás. —Lu te lo aseguro que lo pasaremos bien, conoceremos gente nueva ya es momento de hacerlo.

—Lo intentaré ¿vale? y si no funciona les juro que me vengo sola.

—No pasará, le estuve echando un vistazo a los amigos de Adri por las redes y lo más seguro es que termines follando con alguno o bueno con más de uno, si eso quieres que tampoco estaría tan mal.

— Ya empezamos con eso — pongo los ojos en blanco mientras besa mi mejilla riéndose.

Mis amigas tienen una pequeña obsesión con que pierda mi virginidad. Según ellas dicen que me estoy perdiendo lo mejor de la vida. La verdad solo he tenido una experiencia sexual que fue con un compañero de clases que si ahora lo pienso nunca me gustó, lo hice más por obligación y para que me dejara de hostigar era tan insoportable. Le propuse hacerle una mamada en el baño de profesores con la condición de que me dejara en paz y funcionó. Fue agradable y a la vez adrenalínico, nadie lo sabe ni siquiera las personas que ahora me están obligando a tener sexo.

Cuando llegamos a recepción nos está esperando Adri, lleva una botella de cerveza en su mano, nos saluda y le confirma al de seguridad que somos invitadas. Adri es el novio de Matilde, lo conocimos en el parque que siempre íbamos después de clases cuando estábamos aburridas, él en esa época andaba en skateboarding y un día se nos acercó a pedirnos fuego, al tiempo después comenzaron a salir. Es cinco años mayor, aunque nunca fue un problema, Matilde siempre ha sido más madura e independiente para su edad.

Íbamos a subir por el ascensor y justo se encuentra sin servicio, suerte la mía, respiro aliviada. La fobia que le tengo es tremenda, aunque fuera al piso veinte lo subo por escaleras sí o sí. Cuando vamos llegando al cuarto piso se escucha como una música retumba por el pasillo y al ir acercarnos me doy cuenta que proviene del departamento al que vamos. Nos encontramos con la puerta abierta, alguien nos grita desde adentro que pasemos. Un humo nubla mi vista e inconscientemente comienzo a toser.

—Esto huele asqueroso —digo tosiendo.

—¡Hey!, chicas vengan para presentarlas.

Nos empiezan a saludar y me doy cuenta que todos son hombres, no tengo la menor idea de quienes son, pero por su aspecto y con solo mirarles los ojos me hace comprobar que el humo que inhalé hace unos segundos era marihuana. Mi mirada se va a uno de ellos que ahora tiene sus ojos en mí, donde me comienza a sonreír de la nada, ese mínimo gesto hace que me ponga nerviosa, mis manos lo captaron y comienzan a transpirar a mis costados. Me pregunto si tendré algo raro en mi cara o no me peine bien o me veo ridícula o ya debe ser donde no me...

—Lurdes ¿quieres algo para tomar? —Adri atrae mi atención al presente.

—Sí una cerveza por favor.

Mis nervios siempre se hacen presente en estas situaciones en las cuales debo socializar. Sobre todo, cuando mi mente está mandándome constantemente mensajes de inseguridades y me hace creer que las personas a mi alrededor están pensando algo malo de mi, cuando en realidad nadie en este momento está pendiente o sabe quién soy, es difícil hacerle entender eso a mi mente, llevo intentándolo desde hace muchos años.

—¿Quieres fumar? —escucho una voz detrás de mí que me saca de mis pensamientos.

Tu mirada dentro de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora