Capítulo 10

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La noche que pasé fue pésima, me desperté en la madrugada transpirando en una crisis de ansiedad, menos mal que estaba mi madre. Lena me llamó temprano que no iba a poder venir a trabajar porque estaba enferma, pensé que no me la iba a poder sola y tuve la gran suerte que no anda mucha gente a pesar de ser día lunes, está todo muy tranquilo y lo agradezco.

Me desperté con una solicitud de amistad de un ex compañero Enrique el cual se fue a vivir hace unos meses atrás a la playa. A veces en vacaciones de verano se juntaba con nosotros y era el que siempre hacía algún chiste. Le gustaba mucho los autos, su padre es mecánico entonces cuando cumplió los quince lo inscribió en una escuela para comenzar a prepararse para correr y viendo sus fotos, ahora es todo un profesional.

Llamada entrante César

Al ver su nombre se me resbala el celular de las manos dejándolo caer al suelo. Se suponía que lo había bloqueado después de que siguiera mandando un par de mensajes diciéndome cuánto lo sentía. Nuevamente vuelve a sonar, lo recojo y esta vez contestaré solo para que me deje de molestar.

—¿Sí? — contestó

—Hola Lurdes — habla con voz suave.

—Estoy ocupada.

—¿Puedo ir a tu casa?

—¿Qué?

—Necesito hablar contigo.

—No quiero escucharte.

—Solo necesito decirte algo.

—Estoy trabajando y no me llames más por favor, pensé que había sido clara.

—Por favor.

Silencio.

—Te escucharé y después no quiero saber nada más de ti, ni llamadas ni mensajes, nada de nada César.

—Voy enseguida, puedes mandarme la ubicación.

Sea lo que sea que deba decirme espero que todo termine aquí y olvidemos lo que pasó. Me hace mal, luego de la discusión del otro día termine muy ansiosa, es difícil para mí no pensar y sobre pensar todo, en el caso de todo lo que puede salir mal, haciéndome escenarios terroríficos, las personas que sufren de ansiedad lo entenderán.

Muchas veces me dejo llevar por mis impulsos, en el momento va todo bien y luego es cuando llega el arrepentimiento, cuando ya es tarde como ahora, si no me hubiera besado con César nada de esto estaría pasando.

Entra una señora mayor con una niña la cual debe ser su nieta, va mirando y eligiendo que chocolate pueden llevar. La niña le comenta que a su amiga no le gusta el chocolate, pero la señora insiste que debe elegir uno. Me da una ternura tremenda, me trae recuerdos de cuando salía con mi Lela de compras o a comer. Mi mirada está fija en ellas cuando escucho esa voz.

—¿Lurdes?

—Discúlpame no te vi entrar.

—¿Cómo estás?

—Bien —paso mi mano por mi mejilla, se me había escapado unas lágrimas.

—¿Te puedo pedir un café primero?

—Si, claro— camino hacia la máquina — ¿Cómo lo quieres?

—Americano —me dice.

Mientras preparo el café escucho a la señora llamarme, término lo que estoy haciendo y le dejo la taza en el mesón. Siento que me está observando mientras envuelvo el regalo que me pidieron. Una vez que termino me despido amablemente de las clientas y les sonrío sin antes decirle gracias por venir.

—Te escucho hablar —busco un asiento para ponerme frente de él, por detrás del mesón esperando escuchar lo que me tenga que decir.

—Te ves hermosa.

—¿Entonces?

—La cagué el otro día, no estuvo bien lo que dije no era... me importas y mucho Lurdes.

—Deberías irte mejor —respondo mirando la puerta de entrada.

—Lurdes — traga un sorbo de café—No es tan fácil terminar mi relación, tengo cosas que debo solucionar, pero eso no quiere decir que tú no me importes. Te pienso a cada minuto del día, cuando estoy estudiando, trabajando, manejando o cuando la estoy besando, me tengo que detener porque tu cara se me viene...esto no está siendo fácil para nada —toma otro sorbo de café.

Silencio.

—Me siento una mierda de persona sabiendo que tú solo crees que estoy jugando cuando en realidad no, incluso adri me dijo que me alejara desde el día que me vio cerca de ti y no puedo Lurdes.

—Arruinar tu relación no quiero, esa clase de persona no seré, tampoco tendríamos algún futuro yo me iré de aquí a otro país muy pronto y no puedo tener nada con nadie —le digo mientras me levanto pasando por detrás de él buscando un paño para limpiar la vitrina que se ensucia donde apoyan los dedos.

—¿Te irás?

—Si ya tengo todo listo —mentirosa aún ni siquiera mi padre me dice que sí y tampoco tengo el dinero suficiente.

— ¿A qué parte?

—Aún no lo tengo claro, estoy buscando sitios.

—¿Te vas con alguien? —pregunta mirándome con curiosidad.

—Sola César.

—Pensé que con el hermano de Matilde.

—No, él se va a otra parte, ¿tu como sabes eso? —lo miro.

—Matilde siempre habla de su hermano.

Silencio.

—¿Entonces no dirás nada? —habla nuevamente.

—Ya lo dije todo, sigue con tu novia porque te recuerdo que yo soy solo alguien para follar

— Te pedí perdón por decirlo.

— Si lo recuerdo, no quiero volver a escucharlo, ahora me harías el favor de retirarte —le indico la puerta. —Pueden llegar mis compañeras y si me ven contigo aquí conversando en hora de trabajo me causaras problemas —otra mentira, pero ya da igual. 

Tu mirada dentro de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora