Capítulo 15

27 2 0
                                    

—¿Me estás besando porque vas tomada o por gusto?

—Quiero...también... quiero lo de la otra vez —le digo besándolo.

—¿Vomitar? —muerde mi labio.

—Lo siento de verdad no quería hacerlo, es asqueroso —me vuelve a besar.

—Se a lo que te refieres, pero antes —con su mano toma mi cuello atrayéndolo más para besarme con ganas metiéndome su lengua a fondo, mientras que yo solo lo sigo.

—Toma, hazlo despacio — me deja de besar, pasándome el cigarro de marihuana llevándolo a mi boca dándole una fumada larga donde mi garganta se contrae y cierro los ojos. 

—Dije que despacio no estás acostumbrada —me lo quita.

— Pff como que no.

—¿Por eso sabes cómo agarrarlo verdad?

—  Tienes razón, pero es la sensación... me gusta.

— Suficiente luego me culparan a mí.

— Soy mayor de edad. 

— Tienes dieciocho Lurdes.

—Bueno en el mes siguiente cumplo los diecinueve me falta poco, aparte que tanto si tú eres amigo de Enrique ósea tenemos la misma edad.

  Se ríe — Tengo veinte siete. 

— ¿Compites? 

— Soy su entrenador Lurdes

—Entiendo... — me quedo sorprendida la verdad no me lo esperaba. 

— Deberías ir a mojarte la cara antes de volver.

— Debería seguir besándome mejor.

— Está Enrique dentro.

— ¿Y?

—¿Están saliendo? 

— No, solo amigos 

— ¿Segura? 

— Segurísima 

— Entonces hazlo —se acerca.

Me sorprendió el saber que no era un amigo más, sino su entrenador el cual tiene bastante más edad que yo. Tendría que haber entrado cuando lo dijo, pero no quiero, necesito sentir alguna emoción y la persona que tengo a mi lado me está ayudando. Me provoca esa chispa de inquietud, cuando sabes que estás haciendo algo que no deberías y lo haces igual. Tiene sus manos firmes en mi culo y cada vez que puedo me acerco más, haciéndolo agitar más de lo que está. 

—Creo que ya es momento de entrar —cortó el beso. 

— ¿Ahora? —se acomoda su pantalón donde se puede ver él por qué.

—Si ahora, mis amigos se preocuparán, les dije que iba al baño —busco algo donde mirarme.

—Dame tu número.

—Pídelo, ya sabes, invéntate alguna excusa —le guiño el ojo.

Me besa por última vez. 

Pase por el baño antes de llegar aquí, donde se encuentran conversando mis amigos. Intente de mojarme bien la cara, aunque mis ojos siguen normales, si están un poco más pequeños, como si tuviera sueño. Ante cualquier cosa que pregunten pongo como excusa de que estoy cansada.

—¿Pasó algo? —me pregunta Enrique

—Nada solo me quede conversando con alguien que creyó conocerme, locura de las personas —me río intentando disimular.

—Enrique dijo que lo fuéramos a ver competir —me dice Matilde alegremente.

—¿Sí? me parece una buena idea.

— Me tienen que avisar con anticipación, de esa manera le avisó a mi entrenador que tendré compañía. 

Conozco muy bien a tu entrenador querido Enrique, me gustaría decirle otras cosas... sacudo mi cabeza.

—Nos ponemos de acuerdo entonces para coordinar el día.

— Si no me equivoco cae día domingo esta vez, es como en dos semanas más Lurdes, espérame sí déjame mirar bien y te aviso —pasa su brazo por detrás de mí.

Más tarde todos se paran a bailar y yo esta vez paso. Me quedo en buena compañía, la persona que tengo al frente mío es la misma con la que hace un rato estábamos pasando un grato momento. Nuestras miradas se cruzan y nos quedamos unos segundos hasta que me levanto, lo cual me indica que algo no está bien. Mi corazón comienza a latir más rápido de lo normal y las piernas se las voy sintiendo dormidas. Me detengo, quizás el frío de fuera y el calor de dentro me hizo mal, el cambio de temperatura muy brusco, eso debe ser, respiró profundamente. El sudor ahora cae por mi frente y las manos tiemblan, esta sensación es conocida se lo que viene ahora, intento caminar como pueda, pero no reaccionó. Las personas se deben haber dado cuenta de mi presencia porque ahora escucho sus voces. Matilde intento gritar, esperando que me escuche antes de que me desmaye.

— ¿Estás bien?, ¿me escuchas?

— Me... voy a morir. 

— ¿Como? tranquila, necesito que te sientes.

— No —le grito.

— Lurdes, Lurdes que pasa —es la voz de Adri.

No quiero que me pregunten, solo necesito salir de aquí. Mi corazón se quiere salir de la manera que late y ya no diferencio a nadie solo veo borroso a las personas que se están acercando cada vez más a mí murmurando o buscando alguna solución, cuando realmente necesito que me den espacio.

— Tienes que calmar tú respiración primero, escúchame, soy yo Adri. 

— Sa... Salir por, por favor —apenas se escucha mi voz.

— Tranquila, tranquila, no te pasara nada ahora viene Matilde para irnos, por mientras respiremos juntos. — me toma de la mano que ahora tiembla.

Esa misma frase me la dijo César cuando me vio por primera vez con una crisis, eso me provoca ganas de llorar. 

Unos segundos más tarde trató de concentrarme en escuchar solo a Adri que está intentando ayudarme. Lo miro sólo a él y voy respirando profundamente por mi nariz, cierro mis ojos y voy sintiendo como lentamente se va perdiendo esa sensación de desesperación. Saco mis manos de mi pecho y lo abrazo bruscamente tomándolo por sorpresa y sin pensarlo siento como su mano pasa por mi cabello en forma de caricias, cierro los ojos dejando caer las lágrimas y lo aprieto con mas fuerza, no dice nada y se lo agradezco después de una crisis solo necesito esto.

Siempre en mis cumpleaños como deseo pedía que Matilde encontrara a alguien como Adri. Que la hiciera feliz y le diera todo ese amor que ella un día pedía a gritos y nunca fue escuchada.

Su vida ha sido una mierda, sus papás pasan la mayor parte del tiempo drogados, su abuela es la única persona con la cual pueden contar y la que se preocupa de cómo están. Recuerdo que una vez Matilde llegó corriendo a mi casa sin zapatos desorientada, asustada y llorando porque un amigo de su padre la quería tocar, con tan solo 10 años. Por eso a veces  cuando la veo sonreír de esa manera tan maravillosa me pregunto cómo puede tener esa valentía para enfrentarse a la vida y salir adelante a pesar de todo. Cómo puede seguir amando a las personas que tanto daño le han hecho y cómo puede seguir creyendo en que la vida es bonita.

Matilde es todo lo que está bien en este mundo y te viene a enseñar tanto que a veces me pregunto si realmente la merezco como amiga porque su amor es tan grande que no cabe.

Lo que si se, es que Matilde y Adri  nacieron para estar juntos y mantengo mis dedos cruzados para que la vida los mantenga siempre juntos.

Adri el sol que ella necesitaba en su vida.

Tu mirada dentro de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora