Tu mirada dentro de mí

Extra

Querida Matilde:

Cuando leas esta carta puede que ya no esté presente, solo espero que lo entiendas y que todas esas lagrimas que caen en este mismo instante sea por los recuerdos de los momentos más bonitos que vivimos juntas.

Podría describir nuestra amistad como infinita a donde vayas estaré a tu lado acompañándote siempre.

Tomaste mi mano entrelazándose junto a la tuya, reteniéndola en los días más grises y bailando en los días más soleados.

Desde pequeña me peinabas trenzado mi cabello porque eso te aseguraba que de esa manera todo dolor se me iba. Como el dolor que cargas tu con esa sonrisa maravillosa llena de esperanza de un mañana mejor.

Sentía tu amor como un hogar cuando el mío había perdido su sentido, buscabas en cada detalle para destacar lo hermosa que era sin importar todos los defectos que cargaba.

Recuerdo ese día de lluvia, olvidé mi paraguas en casa y me pasaste el tuyo, mientras te caía el agua y te mojabas por completa o como aquella vez que me regalaste tus zapatillas favoritas porque las mía estaban rotas, solamente que tú sólo tenías ese par de zapatillas.

Supe desde ese instante que eras lo mejor de mi vida.

Eres un faro en la oscuridad, el punto de pie en los momentos más difíciles, eres el equilibrio y la complicidad.

Son las risas en los momentos de encuentro y amor, los que me hacen recordar que ahí siempre estarás en lo simple y verdadero.

Mi deseo de todo corazón es que todos conozcan a una Matilde en sus vidas.

Gracias por enseñarme de libertad, de ser tú mismo sin miedo a encajar y por sobre todo ser fiel a las personas que amas.

Gracias, amiga por ser valentía, sensibilidad y humildad, que define la extraordinaria persona que eres.

Recuérdame siempre en tu corazón.

Te amo, tu amiga Lurdes.