Capítulo 33

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Hoy es el gran día y entiendo que no me haya llamado luego de haber pasado por su departamento hace unos días, debe estar muy ocupado con los preparativos, espero que sean muy felices. 

Llamada entrante Gabriel 

—¿Hola?

—Lurdes tanto tiempo, ¿como te va?

— Gabriel, ¿bien y a ti?

—Todo bien, ¿estarás ocupada hoy en la noche?

—No tengo planes.

—Entonces vamos a bailar, tu voz suena de aburrimiento. 

—¿Solos?

—Sí, tú sabes...

—Bueno vamos. 

—Paso a recogerte a las nueve.

—Ok, nos vemos. 

Gracias Gabriel por acordarte de mí un día como hoy, donde amigas están enojadas y necesito salir para no estar torturándome con mis propios pensamientos. Luego de la pelea con Matilde, le dije a Lena que renunciaba, no se merecía toda la mierda que estaba provocando, como haber dejado la tienda tirada sin avisarle. Se enojó por no serle sincera, no le quise discutirle, sé que nos volveremos a comunicar y les pediré disculpas a ambas.

—Tómatela de un viaje —me pasa su vaso. 

—¿Si me hace mal? —observo la pequeña pastilla que tengo en mi mano —¿Que provoca esto?

—Te levantara el ánimo, Lurdes.

—¿Estás seguro, estamos tomando alcohol, no pasa nada?

—Tomalá veras como luego me lo agradecerás.

Trago una pequeña pastilla con alcohol. 

—Vamos a bailar —me guía a la pista de baile.

Siento como la energía se transforma en euforia de un momento a otro, le quito el vaso para beberlo todo y sigo bailando, saltando y cantando mientras que Gabriel me sigue.

—Esto me encanta —le grito en medio de la música. 

—Te lo dije, podríamos hacerlo más seguido.

—¿Qué cosa?

Me atrae hacia él besándome a través de nuestras transpiración, agitación y alcohol.

Ahora me encuentro mirándome en el espejo del baño, estoy toda roja y transpirada, tomo un albor de agua con mi mano y luego me la paso por mi cuello refrescándome.

— Permiso —Gabriel pasa al baño donde ahora solo estamos los dos, cierra la puerta con el pasador.

—Que haces, vamos a bailar aún queda noche. 

Se acerca empujándome contra la puerta de un baño, busca desesperadamente mi cuello mordiéndome y dejando húmedo por donde pasa, me limito a cerrar mis ojos intentando sentir alguna emoción. Lleva una mano a mis piernas intentando subir mi falda.

—Para no quiero —lo intento mover, pero no me deja, se carga más a mí.

No me escucha y sigue subiendo mi falda hasta llegar a mis bragas donde pasa sus dedos, me comienzo a desesperar, no quiero tener sexo con él.

—Deberíamos ir a bailar —intento sacarle la mano y me aprieta, me quejo.

—Vamos no te hagas la monja sé que quieres.

Tu mirada dentro de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora