19. Mamá Monstrua

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Briel

Connie se queda paralizada al oír de mi declaración sobre la custodia de Santino. Me observa fijamente y estática, sin reaccionar. Creí que me gritaría, pero está pálida, mirándome.

¿Acaso está pensando que puedo ganarle en un juicio o que hablaba de la custodia absoluta? Simplemente, no lo sé, solo dije lo que sentía, no planteé toda la idea por completo.

—Connie... —Alzo la mano a tocarla—. ¡Connie! —expreso en alto cuando le viene un vahído, entonces la atajo—. ¿Estás bien? —Hago una pregunta estúpida.

—¡¡No te puedes llevar a mi hijo!! —me grita, rompiéndome el oído.

Maldita sea, sí lo está.

—Cálmate.

—¡Te odio, te odio, te odio! —repite varias veces mientras me golpea y yo solo forcejeo para que no llegue a mayores—. ¡Te odio, te odio!

Alguien dígame, ¿qué le vi a esta mujer? Por todos los cielos.

Decido hacer más fuerza y subirla a mi hombro, ella sigue pataleando mientras avanzo. Pateo la puerta de la habitación donde está el niño, entonces hago una gran sonrisa, cuando este se inclina y se refriega un ojito.

—¡Santino! —expreso en alto—. ¡Mamá monstrua vino a dormir contigo!

El nene hace una gran sonrisa y Connie termina por quedarse quieta.

¡Ah, soy un manipulador experto, ya denme un premio!

—Briel, eres un... —se queja Connie.

—Encanto, lo sé —completo su frase, para que no pueda decir críticas, y así yo no termine enfadándome—. Es hora de dormir. —La bajo de mi hombro.

Nuestros rostros se encuentran y ella entrecierra los ojos, observándome con puro odio, yo mantengo mi sonrisa llena de confianza.

—Me las pagarás caro.

—Claro, cariño —respondo, hago un pequeño movimiento y le doy un beso en la mejilla, luego susurro en su oído—. Espero que sueñes con romper camas, así despiertas y me visitas más tarde. Por cierto, es el cuarto de arriba.

Se sonroja y se aparta rápido.

—No seas sinvergüenza delante del niño —me reprende.

Observo a mi hijo.

—Santi, ¿qué dije? —le pregunto.

—No sé, no escuché —aclara el pequeño, haciendo puchero—. ¿Vamos a dormir? Tengo sueño. —Se refriega el ojito de nuevo, luego se tira para atrás y se cubre con la manta—. ¡Estaba soñando con elefantes, dejen de gritar!

Me río y le aclaro a Connie:

—Ya oíste al jefe, deja de gritar.

Ella entrecierra los ojos y se dispone a contestarme:

—Un día vas a pagármelas todas, Briel Lovelace, pero si quieres que me vaya a dormir, más vale que ya te retires del maldito cuarto.

—Esa boquita dice muchas turbiedades, pero también hace maravillas, así que está bien, ya me marcho —aclaro, luego me giro a mirar al niño—. Buenas noches, Santino.

—¡Buenas noches! —responde el nene.

Me doy la vuelta, entonces salgo de la habitación, para acto seguido cerrar la puerta. Apoyo la espalda allí, suspiro, luego levanto mi celular y por más extraño que parezca, marco el número de mi padre.

 Apoyo la espalda allí, suspiro, luego levanto mi celular y por más extraño que parezca, marco el número de mi padre

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Briel anda de buen ánimo otra vez, yo feliz 💖

Y ya dijo "mi hijo" en sus pensamientos, solo falta que se lo diga a Santino para que explote el mundo y yo me muera de amor 💕💕

Y me encanta que continúe con el cuento "mamá monstrua" 😂❤️  

Saludos, Vivi. 

Mami ¿Por qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora