11. Estrujar un corazón

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Connie

Arae se prueba algunas de las prendas que he confeccionado y siento que todo le queda bien. Es tan estilizada que me da envidia, me da ganas de hasta hacerme una dieta, pero no tengo tiempo para pensar en esas cosas. Muerdo mi sándwich de jamón y queso, que es lo más rápido que pude hacer antes de encontrarnos aquí en Luxury Deluxy, y luego me pongo a ultimar los detalles que le faltan al vestido en mi libreta.

—Gracias por hacer esto —le digo cuando termino el boceto y me levanto del banquillo en el que estaba sentada, entonces me le acerco—. Hasta la patrocinadora está encantada de que trabajes con nosotras.

—No te ves muy contenta —opina la mujer.

Goza de un cabello rubio ceniza a diferencia del mío que es más claro, sin contar que es muy lacio a pesar de que usa gel. Yo ni con crema para peinar tengo el pelo tan arreglado, mis bucles siempre me dan batalla, y tampoco es que tenga tiempo para pelearme con estos.

Aunque mi envidia no es por su buen pelo y hermoso físico, esto va por otro lado. No es que me importe mucho la apariencia, antes sí me preocupaba, ahora le perdí la práctica.

—Siendo sincera, me encanta que no obedezcas a Briel, aquí parece que todo el mundo lo sigue como perrito fiel.

Se ríe.

—Es que no es mi jefe, soy su socia.

—Montiel no era su empleado y mira cómo terminó —opino.

Vuelve a reír.

—¿No te gusta que Briel te haya defendido?

Me cruzo de brazos.

—¿Briel? —Enarco una ceja—. ¿Defenderme?

—Sí.

—Creo que él te contó algo muy diferente.

—Él no me contó. —Sonríe de manera maliciosa—. Yo lo vi por las cámaras.

Parpadeo seguidas veces.

—¿Las cámaras?

—Aparte de que hay un área de vigilancia en la empresa, Briel tiene sus propias pantallas en su oficina, él vio que te maltrataban y te fue a salvar, ¿no te diste cuenta?

Ruedo los ojos.

—No, él solo mira su propio culo. Además, eso suena más a acosador que protector.

—Puede ser. —Me mira fijamente y me estremezco—. Igual yo no voy a defenderlo, lo único que hago aquí es proteger mi patrimonio, soy muy ambiciosa.

—¿Tu patrimonio?

—Invertí mucho en esta empresa, así que como Briel no me tiene al tanto de nada, tengo que vigilar por mí misma.

Me doy cuenta.

—¿Me estás controlando?

—Soy sincera. ¿Querías que te mienta?

—No, es solo que... —Hago una pausa—. Suena raro.

—¿Sabes cuál es el problema de los enamorados? Que se preocupan tanto por los problemas del otro que no miran los suyos propios.

Quedo desconcertada.

—Yo no estoy enamorada —me defiendo rápido.

—Puede ser, no he pasado tanto tiempo contigo como para saberlo, pero no opino lo mismo de Briel, y eso es un problema para mí, porque en vez de estar ocupándose de los negocios, utiliza la de abajo, pensando en ti.

—No digas bobadas. —Ruedo los ojos.

Se acerca hasta mí, me observa desafiante.

—No sé qué problema hay entre ustedes, pero si yo pierdo un solo centavo, los destruiré a ambos —amenaza.

Retrocedo, algo nerviosa.

—Cálmate, y díselo a él —aclaro.

Hace una risilla.

—Ya lo hice, muchas veces, por años. ¿En serio estás segura de que no está obsesionado contigo? Despierta, Connie, el imbécil tiene un solo problema en su vida y ese eres tú, ni siquiera con tu hijo tiene un inconveniente. Es más, hasta podría jurar que lo quiere.

Me carcajeo, indignada.

—¿Briel? ¿Querer a Santino? Insisto, ya no digas bobadas. He escuchado disparates, pero este es el más grande.

—No me importa si me crees o no, lo que me interesa es que Briel tenga los pies en la tierra. Si te odia que te odie, si te ama que te ame, no existe un punto medio. Eso confunde, las confusiones llevan a equivocaciones, y no estoy dispuesta a perder por un imbécil que piensa con su miembro. Así que acudo a la otra parte afectada, y no considero que tú estés centrada, andas muy parecida a él, pues tú vas de rencorosa, pero sin un peso, entonces cuando actúas tampoco estás analizando con la cabeza.

—¿Disculpa? —Frunzo el ceño.

—Si Briel te arruina en un momento de ira y luego se arrepiente, no lo necesito deprimido porque lo mandaste a la mierda cuando te pida perdón, así que... —Me entrega una tarjeta—. No te olvides de llamarme si la caga, si te olvidas, no solo dejaré que él te arruine, haré que estés peor.

—¡¿Me estás diciendo que si él se deprime va a ser mi culpa?! —expreso alterada—. No me pongas en la responsabilidad de sus emociones.

—Querida, no solo tienes en tus manos sus emociones, posees su corazón. Te puedo jurar con pura certeza, que eres capaz de estrujarlo cuando gustes y el imbécil caerá en el abismo. Dispones de más poder del que imaginas.

Opino igual que Arae, estoy más que segura que si Connie le diría 2 palabras bonitas a Briel, él mismo se pondría a sus pies 😂

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Opino igual que Arae, estoy más que segura que si Connie le diría 2 palabras bonitas a Briel, él mismo se pondría a sus pies 😂

Atte. Vivi.

Mami ¿Por qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora