Briel
Horas antes, en la madrugada.
Salgo del cuarto, despidiéndome de Connie, frustrado por toda la situación. ¿Es que acaso no tengo un mínimo de control? No soporto nada, necesito largarme, necesito pensar. Aunque sin mucho reparo, mientras el ascensor desciende, compro un ticket de avión para París, donde sé que está mi madre. Una vez que presiono el botón, quedo tildado bastante tiempo, incluso las puertas del elevador se abren y tardo en reaccionar antes de salir de este.
¿Qué estoy haciendo? No puedo huir como un cobarde, me fui una vez, no puedo largarme de nuevo. Santino y yo estamos formando un vínculo. A la mierda ese boleto, lo cancelaré después, necesito alguien con quien hablar. O mejor dicho, reprochar, pues definitivamente esta fue su idea.
Arranco el vehículo en dirección a su casa y cuando llego, golpeo varias veces la puerta. Abre aquella rubia bajita con cara de adorable, pero se sabe que de amigable no tiene nada, así que la observo de mala manera.
—¿Dónde está Arae? —pregunto rápido.
—"Hola, Tammy, ¿cómo estás?" —recrimina la chica sonriente—. Así se saluda.
—Como sea. —Paso de largo, entrando a la casa.
La muchacha de cintura pequeña, cierra la puerta y me sigue.
—Se está duchando, puedes decírmelo y yo se lo comunicaré.
—Sin ofender, Tamara, pero me mentiste durante bastante tiempo, no tengo ganas de hablar contigo —le aclaro.
—¿Y yo por qué tengo que aclarar mi sexualidad? —se burla.
—Yo hablaba de que no nos acostamos y fingiste demencia, lo otro no me interesa.
Mueve los hombros sin importancia.
—Le hacía un favor a Ari.
—Pues no le hagas más favores, te traerán muchos problemas.
Se ríe.
—Créeme que sí.
Arae al fin sale del baño, se termina de poner el saco y me observa de mala manera.
—¿No deberías estar teniendo sexo? —se queja mi prima segunda.
—Es que es feo, por eso. —Se ríe Tammy.
—No es feo, cariño, solo es hombre —la corrige y la rubia se ríe.
—Chicas, ignoremos sus coqueteos y hablemos de mí. —Observo a Arae, enojado—. Es evidente que le diste un consejo a Connie.
Mi prima sacude su cabello ceniza, el cual todavía está mojado, y hace una sonrisa maliciosa, antes de responder:
—Sí, ¿por? No desperdicies a esa mujer que te la van a robar, está buenísima.
Enarco una ceja.
—Yo te diré lo que está desperdiciado, tus ideas. Casi haces que me vaya a la mierda, ten un poco de sensatez.
—Bueno, estás aquí, ¿no? —Bufa—. ¿Por qué no te vas a hablar con tu papito?
—No, te vine a arruinar la fiesta. —Me cruzo de brazos y me siento en su sillón—. Ahora te jodes.
Ambas chicas se quedan con la boca abierta, indignadas, y yo solo me siento ganador. Con alguien me tenía que vengar, así que sonrío con aires de triunfo. Ah, qué satisfactorio.
~~~
Despierto un poco contracturado por dormir en ese sillón, y luego de desayunar, nos vamos con Arae a la empresa. Refunfuña porque yo sigo sonriente a pesar de que ando adolorido por mi espalda.
—Necesitas cambiar ese sillón —opino mientras ella conduce mi auto.
—Cállate.
Me río mientras se sigue quejando.
Una vez llegamos a Luxury Deluxe, estaciona en frente del edificio. Entonces, vemos pasar al tal Tadeo, el cual parece que estaba trotando. Tiene ropa deportiva.
—¡Ah, la lesbiana malvada! —grita el chico.
—¿Se conocen? —Lo miro de mala manera.
Todavía recuerdo que vive en la casa de Connie.
—Le critiqué su gusto por la ropa en un club para homosexuales. Es más, le tiré jugo en la cara. —Arae se ríe al recordar—. Quedó peor.
—O sea, ¿es gay? —Enarco una ceja y me quejo—. Te odio, Connie Palacios.
~~~
Connie
—Y eso fue lo que pasó —cuenta Tadeo—. Luego me fui, porque la lesbiana malvada me cae demasiado mal.
Me siento en el sillón y sufro de nuevo.
—¡¡Ay, ahora me odia el doble!!
—Mami pendeja —opina Santino.
—Estás castigado —lo reprendo.
—¡¡Ah, corre, Tadeo, es nuestra oportunidad!!
—¡¡Te sigo, Santi!! —Va detrás del niño.
Me altero y grito:
—¡¡Regresen aquí, Santino tiene que ir a la escuela!!
Si esto fuera una telenovela, pondría risas detrás en algunas escenas, como una sitcom jajaj
Saludos, Vivi.
ESTÁS LEYENDO
Mami ¿Por qué?
RomansaBriel Lovelace, millonario, guapo, codicioso y mala persona, todo un manipulador, así describo al padre de mi hijo, el imbécil padre de mi hijo con el que tuve un revolcón en mi etapa universitaria. Lo detesto y él me detesta a mí. Nuestro odio se r...