1. La gran oportunidad

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Connie

Estoy cosiendo uno de los tantos vestidos que preparo como diseñadora, pero me distraigo cuando mi amigo, con el cual comparto el alquiler del departamento, viene corriendo despavorido con una carta.

—Ay, no me digas —me quejo—. Ya nos atrasamos con el pago. —Bufo—. Maldita vieja chismosa, no pudo esperar.

—No, querida, no, mira. —Me acerca el papel y lo agarro, ante mi acción parece entusiasmado.

—¿Qué es? No me asustes, Tadeo.

—¡Ay, abrila, me muero, se nota a leguas!

Despliego la carta, entonces me pongo a leerla, por lo tanto enarco una ceja.

—¿Una invitación para una gala? —Se la regreso—. Debe ser correo equivocado, no te emociones.

—¡Connie, por favor, tiene tu nombre! —Señala las letras.

—Debe haber un error, ese tipo de fiestas son bien caras y yo no tengo un peso donde caerme muerta. Además, no tengo tiempo, tengo un hijo que cuidar, mucho trabajo atrasado y la casa está hecha un desastre, no hay tiempo para fiestas.

—¡Pero es una gala de moda, hay muchos inversionistas, patrocinadores! ¡¿No imaginas que una empresa compre tus hermosos diseños?! ¡Vamos, Connie, es una oportunidad única!

—¿No es un chiste tuyo para tener la casa libre con tu novio? —Enarco una ceja.

—¡¿Qué?! Para nada, solo mírame las uñas, no están arregladas para una noche fogosa de chicos, lo juro.

Ruedo los ojos.

—No sé, me parece extraño.

—¡Mami, mami, mira! —Veo a Santino, mi hijo, correr con el control remoto, luego enciende la tele—. ¡Es papi malnacido!

—Oh, cielos, ese vocabulario. —Se alarma Tadeo ante los insultos de mi hijo y yo me río.

—Ya apaga eso, hay que dormir —le aclaro al niño y me levanto de la silla.

—Pero papi estúpido está ahí. —Vuelve a señalar el televisor.

Agarro el control y apago la televisión.

—Todos sabemos que es estúpido, ahora vete a la cama.

—Solo si me cuentas un cuento. —Hace una gran sonrisa.

—Negociador, como el innombrable —se burla Tadeo, refiriéndose a mi ex.

—Por favor no —digo yo a la vez que mi hijo y nos reímos.

—¡Está bien, me rindo! —expresa mi amigo, alzando los brazos.

Gracias al cielo.

Luego de que Santino duerme, me voy a mi cuarto, agarro la carta y me la quedo mirando en mi cama.

Podría ser una gran oportunidad para promocionar mi ropa, pero algo muy en el fondo me dice que no vaya, como si fuera una trampa, un mal presentimiento bastante latente.

Mami ¿Por qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora