10. Un trato con el diablo

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Briel

Otro día, con un mal dormir, necesito una nueva cama. ¡Agh, se me parte la cabeza! No debí haber tomado tanto. Me inclino en el colchón y alzo una ceja, viendo que tengo a una mujer durmiendo a mi lado. ¿Y esta quién es? Mierda, sí he estado borracho, encima ya ando llegando tarde al trabajo. Levanto mi celular que está en la mesita de luz, entonces reviso mis mensajes.

"Espero que te haya gustado mi regalo", leo el texto de Arae, luego observo a la mujer que continúa durmiendo.

¿En serio?

—Oye. —Intento despertar a la chica, la muevo un poco—. Despierta y dime si este mensaje habla de ti.

La rubia se inclina, se refriega un ojo, toma el móvil, tarda un poco en verificar lo que le consulto y me lo regresa, luego se ríe.

—Sí, soy yo. —Revolotea las pestañas al mirarme—. ¿Qué pasa?, ¿no te gustó? Yo creo que nos divertimos.

Genial.

—Vístete y no me molestes. —Me levanto de la cama.

Se sienta y se ata una coleta.

—Soy Tammy, por cierto.

—Tammy, déjame de molestar —acoto.

—Qué grosero. —Hace una risilla, acto seguido comienza a vestirse—. Aunque no me molesta, Arae me dijo que eras medio gruñón, puedo con eso.

Voy hasta mi armario y busco una camisa, me la coloco, entonces comienzo a abotonarla.

—¿Qué pretende con esas estupideces esa mujer? —murmuro.

—Bueno, dijo que tenías mucha libido, así que alguien debía ayudarte.

—Sin ofender, Tammy, pero no me ayudas, solo lo empeoras.

—Oh, qué triste. —Se ríe otra vez.

—Como sea, me tengo que ir, dile a la mucama que te abra.

Voy al baño, termino de vestirme, agarro mi maletín y me largo rápido a Luxury Deluxe. Una vez que llego, mi secretaria me entrega todo lo pertinente al día. Entonces entro a mi oficina y reviso todo.

Cuando tomo un descanso para frenar, enciendo las cámaras de la empresa. Visualizo a Connie hablando con Montiel, corrección, él le está gritando. Decido ignorar el asunto, pero cuando alzo el control remoto para apagar las pantallas, mi mano se queda quieta mientras me lleno de rabia.

¿Quién se cree que es para gritarle?

Dejo el aparato en mi escritorio y me dirijo al piso en el que están trabajando. Interrumpo sin pensarlo ni un instante, no puedo evitarlo.

—¡Montiel! —le grito al acercarme—. Lárgate de mi empresa ahora.

El patrocinador queda estupefacto.

—¡¿Por qué?!

—Porque se me da la gana, no te quiero aquí.

—¡No puedes echarlo! —se queja Connie—. ¡Es mi oportunidad!

—Tu oportunidad es denigrarte —me burlo—. Qué desgracia.

—¡No opines! Solo hubo desacuerdos.

—No considero que se esté respetando tu opinión. —Observo de refilón a Montiel—. ¿Sigues aquí? Ya vete.

—Señor Lovelace —me recrimina el patrocinador—. Tenemos negocios sin resolver, ¿no va a acabar nuestra sociedad por una simple inexperta o sí?

Mami ¿Por qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora