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Por lo que le deseamos un grandioso y...
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Había dos emociones que ella sentía en ese momento: felicidad y miedo. La primera se debía porque frente a ella estaba uno de sus - en su segunda vida - personaje favorito. Y la segunda emoción, era porque se había dado cuenta de su error.
Error. Dicen que un error lo comete cualquiera, pero para ella cometer este tipo de errores ya era un nuevo récord en su lista de errores. Vamos que ella no pudo evitarlo, la felicidad le ganó al miedo y la emoción que sentia en ese momento era inexplicable.
Podría jurar que no era la misma felicidad que sintió con su hermano Xiao. Claro que no, puesto que ella había sentido la tristeza cuando ambos se reencontraron y al mismo tiempo sintió miedo que el joven Adeptus la rechazará. En cuanto a esta emoción, era distinta, por qué era la primera vez que sentía una gran emoción por conocer a su - repito, en su segunda vida - personaje favorito.
Ese amor hacía Scaramouche que ella siente, la hace querer robarlo, quererlo y protegerlo. Sin embargo, ese amor que ella siente hacia ese chico de mirada inexpresiva, era maternal. Desde que lo vio, no pudo evitar quererlo y amarlo como si fuese un hijo; un sentimiento loco para un personaje que ella creyo inexistente.
Scaramouche encarnó una de sus cejas cuando ella tapo su boca con ambas manos. Se acercó como un león a punto de cazar a su presa y ella se alejó tratando de escapar como una presa miedosa. Tan solo esa acto hizo que el Sexto sonriera con burla, se estaba divirtiendo.
- Veo que sabes mi nombre, entonces no habrá necesidad de presentarme - dijo él sonriendo una amabilidad fingida, era claro que estaba sacando a flote su buena actuación.
Agatha trago en secó, una y otra vez se preguntó por qué tuvo que gritar ese nombre. Ninguno de los dos dejo de caminar hacia delante o retroceder hacia atrás.
- Pero no has respondido, ¿de dónde sacaste esa muñeca? - de nuevo pregunto, está vez con un semblante feroz.
- ¿M-me creerás si te digo? - respondió con una pregunta, trato de no sonar nerviosa, pero su voz era temblorosa.
- Por supuesto - sonrió alzando los hombros-: No te mataré mientras no me mientas.
La fémina paró en seco, este acto hizo que Scaramouche se parará del mismo modo. La miró con curiosidad, lo contrario a ella, quien le dedicó una mirada desconfianza. Agatha cruzo ambos brazos sobre su pecho y lo apunto con uno de sus dedos índices sin importarle que eso fuera una falta de respeto, el baladista frunció su ceño.
- Mientes, sé muy bien que incluso si te digo la verdad no me vas a creer - afirmó con seguridad en sus palabras.
Yunqi salió de su espacio y miró esta escena, respingo en su lugar cuando vió al Sexto de los Heraldos. ¿Por qué estaba aquí? ¿Que asuntos tenía? varias preguntas se formularon en su cabeza, por supuesto, ninguna de ellas tuvo una respuesta. Rápidamente se dió cuenta que la Adeptus estaba metiendo las manos al fuego, lo que a ella no le importaba, su paciencia había explotado. Naturalmente, esas palabras que sonaban como si lo conociera de hace un buen tiempo, causaron más curiosidad en el heraldo.