Capítulo 22: La historia olvidada

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Narrado por Núria.

La habitación que me asigna Hades es como el resto del castillo: espeluznante y flipante al mismo tiempo. Las paredes son negras, al igual que los muebles y las sábanas de la cama, pero el cristal del ventanal reluce con un color verde fosforito desvaído, y las llamas de las velas también son de este color, solo que mucho más brillante. Ah, e incluye un cuarto de baño con bañera, cosa que le suma un puntazo al conjunto general.

Tras asearme un poco, casi me doy un susto de muerte al ver a un guerrero-esqueleto esperándome al lado de la puerta y mirándome con sus ojos vacíos. Supongo que detecta mi presencia o algo así, porque abre la boca y dice, con voz rasposa:

- Soy vuestra guardia personal, mi señora- se presenta, y hace una pequeña inclinación, con lo que le crujen los huesos de la espalda de manera bastante desagradable-. Estaré fuera, en la puerta. El señor Hades no quiere que salgáis.

- Ah. Esto...Vale- respondo yo, visiblemente confusa.

- El señor Hades quiere informaros de que esta tarde comenzaréis vuestros entrenamientos- informa mi nuevo guardia personal.

- ¿Entrenamientos?- pregunto.

- Sí, mi señora- afirma-. Técnica de espada y defensa personal. Utilizar sus poderes de semidiosa. Eso es lo que dijo el señor Hades.

- Pues...está bien, supongo.

- Una última cosa, mi señora. Una de las Moiras se encuentra fuera, en el pasillo, y dice que quiere hablar con usted. El señor Hades no ha dado su aprobación al respecto.

- ¿Una de las Moiras?- repito, y se me acelera el corazón- Voy a abrir.

- Mi señora, el señor Hades no ha dado su aprobación al respec...

- Hum...ya. Pero esto va a quedar entre nosotros, ¿vale? Así, el señor Hades desconocerá los hechos, y no tendrá por qué dar su aprobación.

Al tiempo que digo esto, miro fijamente las cuencas vacías del esqueleto. Mis palabras tienen un tinte hipnótico que parece calar en mi guardia.

- Como queráis, mi señora- acepta el esqueleto, con voz más vacía que antes, como un autómata-. El señor Hades no tiene por qué dar su aprobación. El señor Hades desconocerá los hechos. La Moira puede pasar.

Abre la puerta y hace una última inclinación antes de irse.

- Estará fuera, mi señora. No salgáis.

Nada más salir el guardia, Láquesis entra como una tromba y prácticamente se abalanza sobre mí. Con el impulso, caemos hacia atrás y acabamos tiradas sobre la cama, más cerca de lo que habíamos estado nunca. Vaya, que prácticamente Láquesis está echada sobre mí. Y, vamos a sincerarnos, es una sensación tremenda. Su cuerpo es sorprendentemente cálido, y parece encajar con el mío de manera perfecta. Tiene unas curvas que...

- No es lo mismo estar arriba que abajo- digo en voz alta.

- ¿Cómo?- pregunta ella con un jadeo.

- Me estás aplastando.

Láquesis se separa de mí al instante, con las mejillas ligeramente sonrojadas. Juraría que las mías están igual de encendidas.

Durante unos instantes, nos dedicamos a mirar las sábanas de satén negro y a permanecer en silencio, como si nos hubieran pillado en mitad de una travesura. Compruebo con el rabillo del ojo que la puerta ha permanecido cerrada durante todo el rato.

- Hum...¿Y a qué viene tanto entusiasmo?- inquiero, rompiendo el silencio.

- Ah, no es nada- dice Láquesis en tono ligeramente sofocado-. Es que Hades ha sido benevolente conmigo y no me ha castigado, ni a mí ni a mis hermanas

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