Narrado por Diego.
Lentamente, voy recuperando la conciencia. Oigo voces, retazos de una conversación que me es ajena. Escucho el ruido de las olas rugiendo y el distante pero estremecedor bramido de los truenos que retumban en el cielo. Casualmente, gotas de agua me salpican la cara. Noto unas cuerdas que atan mis manos.
- ¿Y qué es lo que pretendéis, siguiendo a las sirenas hasta su guarida?- pregunta una voz femenina en tono bastante serio.
Un silencio denso y cortante sigue a esta pregunta.
- No será...No buscaréis...- murmura la misma voz de antes, en tono incrédulo-. Queréis encontrar la Piedra Filosofal para que Núria sea inmortal y la Caja de Pandora no pueda volver a cerrarse jamás.
Otro silencio incómodo.
- Maldita sea. Núria, no lo hagas. La inmortalidad no merece la pena, puedo asegurarlo. Encontraremos otra manera de cerrar la Caja, una que no implique tu muerte.
Abro los ojos poco a poco. Primero veo algo borroso; luego, la imagen se va haciendo más nítida. Y me encuentro ante una situación que hace que me entren ganas de tirarme al mar.
Estoy en un bote de los que hay en los cruceros para usar en situación de emergencia. Mis manos están atadas y mi espada se encuentra tirada en el fondo de la barca, envainada y bien lejos de mi alcance. El resplandor de otra espada me permite vencer a la oscuridad de la noche y ver a tres mujeres sentadas en el bote: Núria, su guardiana y la rubia que últimamente no se despega de su lado.
- No puede ser- suelto, deseando que esto sea una pesadilla de la que despertar.
Las tres dejan su conversación y giran las cabezas para mirarme. La situación se vuelve más incómoda que antes. Bajo las miradas acusadoras y llenas de reproche de esas tres mujeres, tengo ganas de desaparecer un rato de la faz de la Tierra.
- Así que estás consciente de nuevo, ¿eh?- comenta la guardiana, mirándome con cara de pocos amigos- Que sepas que no vas a poder escapar otra vez para ir a contárselo todo a tu padre. Esta vez no.
- ¿Y quién me lo va a impedir?- replico, demostrando una gran osadía y estupidez- ¿Tú?
En apenas unos segundos tengo el filo de una espada en el cuello. La guardiana de Núria me mira con desagrado mientras yo trago saliva y me replanteo mis posibilidades. Su expresión me deja claro que no es momento para ponerse chulito.
- Soy Daiana de Atenas, amazona e hija de Atenea- me suelta, mirándome con furia-. Y por lo general no tolero que me hablen con tan poco respeto.
- Ya, pero yo voy a romper esa norma, ¿no?
- Cuidado con lo que dices. Vigila esa boca o te mando directo al mundo de los sueños.
Me muestra el pomo de su espada. Tuerzo el gesto; ella gana la discusión.
Desde el otro extremo de la barca, junto al motor, Núria me observa con tal expresión de rencor que se me encoge el corazón. Su rostro no se parece en nada al de la chica que conocí en Barcelona. Ahora parece más consciente de todo, más enfadada y definitivamente más peligrosa. Ahora está despierta.
Pues nada. Mis esperanzas de arreglar las cosas con ella desaparecen en cuanto gira la cabeza, como si no soportara estar mirándome sin estrangularme, y coge la mano de la rubia.
Este gesto confirma mis temores. Mi corazón acaba de partirse por tercera o cuarta vez.
Las tres retoman su conversación y me dejan al margen; ni siquiera me dirigen una mirada.
Discuten sobre la Piedra Filosofal y seguir a las sirenas hasta su guarida. Núria y la rubia (Láquesis, me parece que se llama) están a favor de ir en busca de la condenada piedra, mientras que Daiana se muestra en contra. Aprecio que parece algo desesperada, como si no le gustara el cariz que está tomando la conversación.
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Los Dioses también tienen Instagram
Teen Fiction(CONCLUIDA) Hace unos cuatro mil años, en la lejana Grecia, el Oráculo de Delfos pronunció una fatídica profecía: que la Caja de Pandora volvería a ser abierta, para desgracia de todos. Y el cumplimiento de dicha profecía ya ha comenzado. La Caja ha...