Narrado por Diego
El Olimpo es un lugar grande en todos los sentidos. Grande porque es gigante; sus techos infinitos, columnas altísimas y estancias que parecen no tener fin son testigos de su grandeza. Y grande porque es, ni más ni menos, la morada de los dioses griegos: seres poderosísimos, inmortales y que te hacen sentir como si fueras...nada comparado con ellos. Aunque a mí esto último me trae sin cuidado, ya que uno de mis pasatiempos preferidos es sacar de sus casillas a mi padre.
Describir el Olimpo es algo difícil. Es como una montaña de millones de toneladas suspendida en el aire encima de Nueva York, justamente sobre Manhattan. Yo vivo en Manhattan con mis abuelos, cerca del Empire State, pero esto no viene al caso.
Para que os hagáis una idea: tú entras al Empire State, le dices al encargado que vas al piso 600 y te da una tarjeta de plástico verde que tienes que poner en el ascensor. El ascensor, al detectar la tarjeta, te lleva directamente a la entrada al Olimpo: un camino suspendido en el aire que conduce a la montaña que he descrito antes.
¿Y sobre la montaña, diréis? Pues hay un montón de palacios de mármol blanco, con pórticos de columnas griegas, terrazas espaciosas y braseros de bronce que arden sin descanso. Las puertas son de oro, y están decoradas con grabados que representan los poderes del dios que vive en cada palacio. Hay jardines colgantes, precarios y hermosos, en los que florecen rosales y crecen vigorosos olivos.
Un camino sube, enroscándose en el pico truncado de la montaña, hasta llegar al palacio más grande de todos, rodeado de nubes inmensas y con unas vistas preciosas del Olimpo y Nueva York: la sede central del Olimpo, el lugar de reunión de los dioses. Yo he estado ahí unas cuantas veces, la mayoría por petición de mi padre para hacer algún recadito no digno de dioses. La verdad es que se aprovechan de mí un poco; siempre están "Diego, haz esto", "Diego, mata a ese monstruo", "Diego, haz lo que sea". Ser un semidiós puede ser un poco estresante en según qué casos.
Sí, soy un semidiós. Soy bastante popular, tanto en el mundo mortal como en el mundo inmortal. Me llamo Diego, y vengo de Nueva York, aunque mi madre era española. Era: murió hace tres años, por un cáncer, y la cosa me dejó destrozado. De nada sirvió rezarle a Apolo durante horas. Así que tuve que irme a vivir con mis abuelos. A pesar de todo, sé valerme por mí mismo, pues tengo veintidós años y una vida en Nueva York que, en mi opinión, no está nada mal.
En lo que respecta a lo físico, soy un tipo muy bien plantado. Alto, atlético, ojos azules... Sólo me falta ser rubio, pero no ha podido ser. En vez de eso tengo que conformarme con mi pelo castaño y corto, del mismo tono que el de mi madre, que en verano se aclara un poco y se vuelve de un maravilloso tono ámbar que combina a la perfección con mis ojazos azules.
Mi madre ya me lo decía: "Este chico no tiene abuela". Francamente, todavía no he acabado de entender la frase (mi abuela María actualmente vive conmigo), pero creo que significa algo así como "Este chico va por la vida de creído". ¿Y qué? Si soy guapo, no es mi culpa.Lo malo es que tengo dislexia y THDA (trastorno hiperactivo por el déficit de atención). La dislexia me importa un comino, ya que no me gusta demasiado leer, y viene bien para traducir frases en griego y latín. En cuanto al THDA, me sirve para mantener mis reflejos siempre alerta y evitar que me maten en una batalla. Aunque también hace que me distraiga terriblemente.
Actualmente vivo en Manhattan, al lado del Empire State, pero me paso la mayor parte del día cazando monstruos por ahí. Y cuando no estoy de misión para mi padre, suelo estar en el Olimpo o en la uni, estudiando para ser piloto de avión, así que no puedo decir que me aburra. En mi vida mortal soy un aclamado influencer que sube fotos de los maravillosos sitios que visita mientras caza bestias pavorosas, y que pasa los días libres estudiando y trabajando en un garaje para ganar un extra de dinero. Porque, ya sabéis, los apartamentos en Manhattan y los estudios valen lo suyo, y las pensiones de mis abuelos son una birria.
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Los Dioses también tienen Instagram
Tienerfictie(CONCLUIDA) Hace unos cuatro mil años, en la lejana Grecia, el Oráculo de Delfos pronunció una fatídica profecía: que la Caja de Pandora volvería a ser abierta, para desgracia de todos. Y el cumplimiento de dicha profecía ya ha comenzado. La Caja ha...