Capítulo 45: El espejo quebrado

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Narrado por Núria.

Siento la presencia del espíritu de Eco exactamente igual como percibo la de mis amigos. De hecho, soy capaz de verla: una especie de humo azulado, muy tenue, que perfectamente podría tratarse de una ilusión. Pero es real. Está aquí.

- Héroes- susurra, con voz vacía-. Siempre persiguiendo la gloria. Y mis hermanas, todas ellas malditas.

Nos miramos entre nosotros. Diego está temblando, no sé si de frío o miedo. Daiana aferra el pomo de su espada con tanta fuerza que se le están quedando blancos los nudillos.

Por lo visto, Eco va a tomarse su tiempo para salvar a las demás ninfas. No parece tener prisa ninguna.

-¿No os dais cuenta de que es todo una ilusión? ¿Qué es real y qué no? ¿Acaso merece la pena vivir de una fantasía perfecta, aunque solo sea una fantasía?

Eco guarda silencio unos instantes. Entonces, vuelve a hablar:

- Hay que quebrar el espejo. Es la única manera.

Inquieta, observo la multitud de ninfas que hay sentadas rodeando el ostentoso espejo. Ninguna parece dar muestras de haber oído la susurrante voz de Eco; excepto una, que frunce el ceño levemente e inclina la cabeza, como si un molesto insecto le zumbara alrededor, impidiéndole concentrarse bien.

Me fijo más en ella. Tiene la tez oscura y el cabello afro adornado con pequeñas florecillas blancas. Viste una especie de túnica verde hecha de alguna tela vaporosa decorado con más flores. Es bastante mona, pues aparenta la edad de una niña de diez años.

Entonces, abre mucho sus ojos dorados y mira en torno. Mira en nuestra dirección y veo que clava su mirada en un punto a nuestra izquierda: justo donde retoza el espíritu de Eco.

Vuelve a mirar el espejo y frunce el ceño más aún. Con la mano derecha, tantea el suelo hasta encontrar una piedra de tamaño considerable; se pone en pie, mirando fijamente el objeto maldito, y lanza la roca con un único grito de liberación.

- Quebrad el espejo. Recobrad vuestra voz- murmura Eco, antes de desaparecer definitivamente.

La piedra impacta con fuerza en el centro justo del espejo. Aparecen grietas en el cristal, que distorsionan el reflejo de las ninfas. Como consecuencia, muchas de ellas empiezan a mirar en torno y a comprender la situación. Y su respuesta es coger más piedras y acribillar sin piedad el espejo.

El sonido de cristales rompiéndose reverbera espectralmente en las paredes de la cueva. Pronto lo único que queda del espejo es un marco dorado vacío y un montón de esquirlas centelleantes en el suelo.

Se hace el silencio.

A continuación, la primera ninfa que tuvo el valor de liberarse del maleficio se acerca a nosotros. Nos sonríe y dice simplemente:

- Gracias.

...

Narrado por Diego.

En agradecimiento por haberlas ayudado a vencer la maldición de Narciso, las ninfas organizan una fiesta en un claro del bosque. ¡Y vaya fiesta! Tras meter los restos del espejo en un saco, montan unas mesas y las llenan de manjares deliciosos. Qué quieres que te diga, después de varios días comiendo las provisiones que nos dio Paris, cualquier otra cosa se agradece.

También nos sirven vino. Yo nunca he sido amante de la bebida, pero por una vez decido dejarme llevar y contagiarme del entusiasmo de las ninfas. Una vez al año no hace daño, ¿no?

Parece ser que yo soy el único de los tres que se divierte, pues Núria está hablando con la ninfa morena (dice llamarse Azahar) sobre el asuntillo de devolver el espejo a la Caja de Pandora, y Daiana está sentada en un rincón contemplando la fiesta en silencio, sola.

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