Capítulo 18

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Dedicado a sandradelaoliva

—Cualquiera pensaría que intenta pretenderme, Lord Arthur— susurré. —, tenga cuidado con lo que dice, recuerde que las personas aquí son extremadamente tradicionales. Una sola palabra de cortejo significaría un casamiento a lo grande, de velo y corona.

—Si intenta asustarme, falla en ello Lady Rosset— se acercó aún más hacia mí, tanto que di un paso hacia atrás. No le importaba que estuvieran presentes muchas personas de la alta sociedad. Quizás en Austria hacían las cosas de manera diferente, pero estábamos en Birmingham y no permitiría que un malentendido me condenará a casarme con un hombre que apenas conocía.

—¡Ja! No intento asustarle, Lord Arthur, intento que mi vida no se convierta en una pesadilla otra vez— confesé tomando una copa de vino de una mesa a mi lado.

—¿Pesadilla dice? ¿Alguna vez su vida ha sido una pesadilla? — refunfuño. —Dígame quién lo ha hecho y le mando a cortar el pescuezo— paso su dedo índice alrededor de su cuello y luego tomo un trago de ron.

Suspire y tome un trago de vino dejando pintura de labios al borde de la copa. —Ya me cansé de hablar, Lord, es hora de que me vaya a la cama antes del discurso que dará alguien en estado de embriaguez a medianoche, que seguro arruinara a varias personas o antes que a alguien se le suelte algún rumor de un amorío.

Lord Arthur rio entre dientes. —Ya veo que nos encontramos en una ciudad bastante interesante, tanto que podría quedarme un tiempo más aquí para escuchar esos "chismes arruina familias".

—Deseo que su estadía sea fructífera, pero le aconsejo que se vaya, a menos que... Con sus actitudes de galán empedernido quiera que lo desposen con una mujer que no ame— advertí, pero sin ser severa, más bien picarona.

Él solo asintió mirando mis labios, como si hubiera caído en un hechizo. Yo me incliné hacia él, y giré rápidamente sobre mis talones sin esperar siquiera una palabra salir de sus labios. Tome una botella de vino de la cocina, y mientras todos revoloteaban en el salón como si no hubiera un mañana, yo subí a mi habitación para darme un largo baño en mi bañera y beber hasta desmayarme.

Mi visión sobre los hombres no era nada buena, pero era divertido hablar con Lord Arthur hasta que intentaba coquetear de alguna manera o verme penetrantemente a los labios, eso me incomodaba profundamente, y con lo fragmentado que había estado mi corazón por un Lord que decidió jugar con él... No estaba abierta a la posibilidad de enamorarme de nuevo, quizás el tiempo me haría cambiar de opinión o tal vez seguiría reforzando mi pensar, pero quién sabe.

El pasillo de arriba estaba completamente solo, todos estaban en el salón festejando, me gustaba la tranquilidad que emanaba el rotundo silencio. Al llegar a la puerta de mi habitación, escuché algunos sonidos raros... Como si alguien estuviera pujando. Tenía miedo de que algún animal salvaje hubiera entrado a mi habitación por la ventana o alguna persona hubiera entrado a registrar mis pertenencias.

Decidí abrir la puerta de par en par, empujándola con una mano para ver qué había allí.

Mis ojos se convirtieron en platos, y el corazón me subió a la boca. Todo mi cuerpo sentía gran escalofrío, hubiera deseado jamás haberme ido de la fiesta, porque cargaría con un secreto enorme para el resto de mi vida... Un secreto ajeno.

Julieta estaba con un hombre, besándose apasionadamente en la esquina de mi cama, con una intensidad que me sorprendía. Inmediatamente, ella saltó al suelo y comenzó a agitarse al escuchar la puerta pegar de la pared. El hombre también se levantó, usaba un antifaz y yo sabía que era el mismo que había captado mirando a Julieta desde el escalón de las escaleras. Debí saber que mi hermana andaba en algo malo, pero cuando intenté ayudarla, ella se negó y ya sabía claramente el porqué.

—Rosset— se acercó Julieta a mi frente, tomando mis manos que colgaban de la impresión. —Sé que las cosas se ven mal, pero todo tiene una explicación— titiritaba entre llanto, las lágrimas caigan sobre su vestido de lo abundante de las mismas y temblaba como si fuese a desmayarse.

—¿Usted quién es?— le exigí al hombre apartando a Julieta de mi frente. —Váyase de aquí, desgraciado, ¡Si ha intentado enredar a mi hermana, la va a pasar muy mal!— le grite furiosa, me quite un zapato y se lo lance al pecho.

El hombre pasó rápidamente a mi lado, casi corriendo y cerro la puerta al salir. Solo estaba segura de que jamás lo había visto antes. Yo sabía que todo lo que me contó Julieta sobre su triste matrimonio traería muchas consecuencias, y esta era una de ellas. Le había dicho todas esas cosas al hombre misterioso porque quería advertirle que no se acercará a mi hermana, su reputación volvería a caminar sobre un hilo. En mi corazón, y por lo que había visto estaba consciente que Julieta no estaba siendo enredada, ella estaba con él porque sentía un vacío en su ser por tener un matrimonio obligado y por consecuencia, muy infeliz.

—Julieta... Tú sabes que esto está muy mal— coloque mis manos sobre mi cintura. —Estoy en pánico, ¡Solo Dios sabe que pasaría si esto se descubre! ¿Qué tal si no hubiera sido yo quien abriera la puerta?

Mi hermana se sentó sobre mi cama y comenzó a llorar nuevamente desconsolada en posición fetal. Me sentía mal por todo lo que estaba pasando, ya no quería llevar más secretos a la tumba y sobre todo continuar viviendo sabiendo que Julieta sufre cada día. —¡No lo amo! ¡No amo a Lord Lionel! ¿Entiendes eso, Rosset?

—¡Guarda silencio! — me acerqué a ella sentándome a su lado. —sé que no amas a ese hombre, nadie más que yo quisiera que fueras feliz y te hubieras casado por amor, ¡Pero la gente de Birmingham no sabe nada de amor!

Acaricié su cabello, intentando que su llanto cesará. —¿Amas a ese hombre, Julieta? Por qué si lo amas... Yo solo quiero que seas feliz.

Gracias por leer!
Canción para matar el tiempo:
If we ever Broke up— Mae Stephens.




En los brazos del Vizconde De BirminghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora