Capítulo 46

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—Julieta... No sé qué hacer para ayudarte— acaricie su frente. Ella se encontraba acostada en cama, descansando. Por suerte nadie se había dado cuenta, ni mi Madre ni Lady Leticia. En realidad... No sé de qué "suerte" hablaba, no había nada bueno en toda la situación, solo intenso dolor y trauma, pero la situación empeoraría si la información fuese de dominio público, Julieta no podría superar otra vez ser avergonzada por la inmundicia de Birmingham. Estaba aterrada, esas heridas en el alma de Julieta serían lo que terminaría por quitarle la vida, pero era peor, porque Lord Lionel la estaba matando de la manera más maquiavélica, poco a poco, abriendo hoyo por hoyo hasta desangrarla por completo.

—No sé qué hice para merecer tanto sufrimiento— me decía, con la voz ronca y ojos perdidos de tanto llorar. —Eso que has visto solo es la punta del dolor que me ha causado. Yo tomé la decisión de amarle... Y él solo me desprecio, ofensa tras ofensa. Cuando comencé a hacer mi vida por mi lado, empeoró. No sabía ni en dónde esconderme o en qué refugiarme para ser feliz o como tú me has dicho, alguien con quien correr por la pradera. Encontré a un hombre que entendió mi dolor e intento curar algo que él no causó... Pero no sé si pueda hacer que ese amor no se marchite. Ahora él también paga por mis sentencias... Las sentencias de ser una niña que solo quería jugar y el mundo se aprovechó de su inocencia para corromperla.

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—¿Más apretado?— me preguntó una doncella. Me estaba acomodando el corsé y dándome los últimos detalles para la tan esperada boda de Lady Leticia, quien ya había vomitado un par de veces de la impresión de la boda.

Todo el hogar estaba adornado con Lirios Kerry, flores típicas de Irlanda. Todo sería inmensamente tradicional, lo que lo hacía sublime y monocromático, tal y como lo deseaba Lady Leticia, quien quizás cansada de las tradiciones de Inglaterra, se enamoró locamente de su nueva tierra, Irlanda.

—Hoy te casas con el amor de tu vida, Leti— le decía mientras colocaba su velo. —Lord Siobhan es un buen hombre, y te ama, pero si en algún momento eso no funciona, vuelve a casa de alguna manera.

—Eres un poco pesimista, Rosset — contestó Anette cruzándose de brazos. —Te pareces un poco a mí, y eso no me agrada— embozo una sonrisa.

Refugié mi cara entre mis manos de la vergüenza, en mi cabeza había sonado mejor el comentario que le hice.

Lady Leticia río muy fuerte, tanto que emitió sonidos parecidos al gruñido de un cerdo. Me alegraba muchísimo que estuviera menos nerviosa, y en la habitación, por poco, no se ocasionaba una inundación del peso de tantas risas.

—¡Esos serán los ánimos que te dé cuando te cases, Rosset!— mencionó entre risas Lady Leticia. —¡Juro, devolverte el favor!

Salí de la habitación asfixiada de tanto reír, hasta la barriga comenzó a doler y mi rostro se tornó rojo como un tomate. Los ánimos estaban un poco mejor, es atemorizante ser el centro de atención, pero era una boda y lamentablemente los novios son el punto focal de la celebración, algo malo para una dama como Lady Leticia, una mujer introvertida que solo es ella misma con las personas con las que tiene suma confianza.

—Está muy hermosa, Lady Rosset— comentó Lord Arthur, quien me miraba embelesado mientras caminaba por el pasillo. —Ya nuestro viaje casi termina... no nos hemos visto mucho últimamente, creo que sería oportuno colgar una fecha para nuestra boda.

—Por supuesto... — le contesté con un nudo en la garganta, sabiendo que no había más opción. —Al llegar a Birmingham colgamos una fecha, Lord Arthur.

Él solo sonrió, sujeto mi mano y la beso con aprecio. Era un hombre decente, y me estaba salvando de ser cazada, pero era un calvario saber que no me casaría con quien mi corazón anhelaba... Esperaba en un futuro muy cercano tener la conciencia de tomar la elección de amarle y que así dicho sufrimiento fuera apaciguado por una nueva ilusión.

En los brazos del Vizconde De BirminghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora