Capítulo 22

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—Eso quiere decir... Que estoy siendo atacada por la corona española— caí sobre mis rodillas. —Lord Arthur... No quiero morir.

Presumía que el ataque había sido planificado por algo relacionado de los acontecimientos entre Lord Lilian y yo, eso hace meses ya ¿Por qué atacarme ahora? Si el Lord se ha alejado a kilómetros de mí. Temía por mí, por mi vida y la de mi familia, no es un secreto que en el mundo de cada diez árboles, hay un muerto sepultado entre las raíces... Eso es lo que hace la monarquía.

Lord Arthur se acercó a mí, me ayudó a levantarme y sacudió mis rodillas, cómo si de una pequeña hija se tratase para él.

—Lady Rosset, yo no voy a permitir que algo le pase a usted— entonó con firmeza. —, por respeto... No preguntaré que ha pasado entre usted y Lord Lilian, pero él va a desposar a la Princesa de Borbón y el único motivo que habría para frenar aquello sería... Usted. Así que para que nada le pase y pueda estar protegida, debe hacerles saber que se ha quitado "del medio".

Lágrimas brotaron de mis ojos, de la tristeza que emanaba de mi corazón. —Yo—yo no estoy en el medio de nada, Lord Arthur. Tengo meses sin saber de él, cuando me dijo que se casaría me aleje.

—Lord Lilian no es el problema, el problema es la Princesa Elizabeth— expreso tomando mis manos con afecto. —, cuando un hombre se enamora, tan profundamente como profeso que lo ha hecho Lord Lilian de usted... es imposible sacarse a esa mujer de la cabeza.

—¿Y por qué la va a desposar a ella y no a mí?— respondí cabizbaja.

Lord Arthur seco mis lágrimas con un pañuelo que sacó del bolsillo de su saco. —Eso no lo sé, Lady Rosset. Solo que... Lo que ha acontecido me deja claro que la Princesa Elizabeth sabe que Lord Lilian la ama, y ha enviado a un lacayo a acabar con usted. Quizás no con la intención de matarla, sino con... La de usted sabe, dejarla marcada para siempre.

Cada vez que se mencionaba el ataque me ponía los pelos de punta recordar a ese hombre sobre mí, de verdad no pensé que sobreviviría. Me daba muchísima rabia pensar en que yo no me había buscado ningún problema, que tan solo llegaban a mí y venían de la mano con Lord Lilian. Estaba muy segura de que ya había pagado mi condena por amarlo desde que se fue y me dejó sin respuesta alguna, pero tal parecía que estaba condenada al sufrimiento eterno.

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Volvimos al palacio Percy con la promesa de no hablar jamás de lo ocurrido en la cabaña Riley con cualquier persona que no hubiera presenciado lo ocurrido, teníamos miedo de que el chisme se regara por Birmingham y pudiese perjudicarnos aún más, como poner en duda la reputación de Anette y la mía.

—¿Ahora que haremos, Rosset?— preguntó Anette, acostándose en mi cama, a mi lado. —tengo miedo de que la Princesa Elizabeth intenté hacerte daño nuevamente.

Acaricié su cabello, para hacerle sentir más tranquila, aunque yo estuviera muerta de miedo por dentro. —Calma Anette, todo va a estar bien. Estoy segura de que la Princesa ya no va a interferir más en nuestra vida, a lo mejor el Vizconde Lilian ya ha visto las consecuencias... Y ya no intentará buscarme más.

Anette suspiro y se levantó de la cama. —Ahora pongo en duda todo.

—¿Cómo así?— contesté.

—Todo—intento explicar balanceando sus manos. — piénsalo Rosset, si Lord Lilian te ama tanto como para buscarte aún sabiendo que corría peligro... Él es una persona que ha dejado todo para hacer lo que ama, navegar, recorrer el mundo sin importarle perder todo lo que su padre y sus generaciones consiguieron. Debe de haber una razón de peso para no desposarte a ti... De verdad no creo que esté enamorado de la Princesa. Te lo diría de un tirano, un mujeriego, pero si lo pensamos bien, Lord Lilian jamás demostró ser ajeno a sus ideales, siempre demostró estar donde su corazón se sintiera bien.

—Anette, por favor no...

—Yo lo ponía en duda hasta hoy, fui quien más dudo de él por herirte, de esa manera— interrumpió. —, pero hoy me ha dejado en claro que él te ama. No soy dueña de la verdad Rosset, pero noté su tristeza, su desesperación, su alma se comía viva mientras su cabeza le decía "no puedes tocarla". Te repito... Ha de haber una razón de peso.

Me levanté y me coloqué frente a Anette. —Seamos realistas— le dije con el corazón hecho pedazos. —entiendo lo que dices y puede ser verdad, puede que no, pero... Él va a casarse, no hay manera alguna de zafarse de algo así. La corona española es más grande que todo lo que nos rodea, más peligroso. Imponernos es sentenciarnos a muerte.

—Rosset, hay que buscar alguna forma... No podemos quedarnos de brazos cruzados esperando que la Princesa te ataque, ya será muy tarde. El odio que siente hacia ti, no cesará jamás... Ni que estés muerta. Lord Lilian se casará con ella, pero nunca podrá ser suyo completamente mientras tu alma y espíritu vivan ¿Como borrar algo así? ¿Cómo borrarte a ti de la faz de la tierra? No puede... Y la única solución que ha visto cercana es marcarte, lastimarte, hasta que por ti misma le rompas el corazón a Lord Lilian.

Yo negué con la cabeza, no podía con tanta carga emocional y física. Sentía que mi mente iba a explotar, me estrujaba los ojos del dolor que sentía. Sabía que mientras más vueltas le diéramos al asunto, más se empeorarían las cosas.

De pronto, escuchamos a alguien tocar la puerta de mi habitación interrumpiendo nuestra disputa. Al abrirla nos topamos con Lord Arthur, quien pensamos que después de lo sucedido estaría camino a Austria para no verse involucrado.

—Lady Rosset— seco su frente. —lamento escabullirme y ser tan grosero para llegar hasta la puerta de su habitación sin permiso, pero debo proponerle algo...

Gracias por leer!






En los brazos del Vizconde De BirminghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora