Capítulo 29

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Mis piernas estaban temblando, quizás por el frío de la habitación o talvez por el miedo a lo que Lord William quisiera comentarme.

Él tomó asiento, arrimo la silla hasta el escritorio y alineó algunos papeles sobre la misma, sin cruzar miradas conmigo, se mantenía en completo silencio. —Lord William— nombre para intentar romper el hielo. —¿Cuál es el motivo de su citación?

—Usted sabe que Lord Lilian, es mi primo... Casi mi hermano, ¿Lo sabe?— preguntó, luego se carraspeó.

No entendía la razón de esa pregunta, no tenía ninguna relevancia, es decir, ¿Qué tendría de influyente los lazos consanguíneos de los Percy en mi vida?

—Sí, Lord William, desde siempre he sabido que son primos, pero permítame preguntarle... ¿Cuál es el motivo de esa pregunta?— conteste confundida.

Suspire y entrelace mis manos, mirando alrededor de la habitación los cuadros que colgaban en las paredes y las velas derretidas en repisas. Oliendo el viejo papeleo rancio de la biblioteca tras Lord William, quien me miraba detalladamente, lo cual me incomodaba tanto que desviaba mis ojos a cualquier lugar.

—Lady Rosset, me disculpo de antemano por lo que voy a contarle, no sé si usted estaba al tanto de esta situación— murmuró. —Cuando mi tío, el Conde Percy, falleció... Lord Lilian me ofreció una buena posición por cuidar de usted y de la familia Harris que aún habita en este hogar, por lo que estoy muy agradecido porque ustedes son unas damas amables y me han hecho sentir como en casa. No obstante... Al momento de instalarme en este despacho, encontré una caja con llave, creo yo que ahí el Conde Percy guardaba cosas valiosas. Ayer estaba hurgando y se me cayó un vaso debajo del escritorio, al mirar arriba he encontrado la llave pegada a la madera... Entonces he logrado abrir la caja.

Lord William me contaba sobre la historia de una llave, pero aún no entendía que tenía que ver esa historia conmigo, no tenía sentido alguno.

—Y me temo que al abrir la caja, sin querer he leído cosas que no debía, he violado la confidencialidad de aquellas cartas que no debían ser leídas más que por usted... Basto con leer una para sentirme... Muy mal, Lady Rosset— agregó.

Me levanté de un tirón, aun en confusión. —¿A que cartas se refiere, Lord William?— exigí, no tenía ni idea de a qué se refería.

Lord William también se levantó de su asiento rápidamente para intentar explicarme. —Lord Lilian le envío unas cartas durante su estadía en York... Antes de conocer a Lady Elizabeth, la Princesa. Se las hizo llegar al Conde Percy, el cual me imagino que en vida las leyó y las oculto.

Mi cuerpo y corazón colapsaron, pero me mantuve en pie. — ¿Por-por qué me ocultaría esas cartas? Si Lord Lilian me las ha escrito, debió dármelas.

—Usted sabe por qué no se las dio... Cuando un hombre le envía cartas a una mujer, se da por hecho que están comprometidos, al contrario, sería impropio. Son costumbres ambiguas, pero aún se respetan... Y el Conde le ha dejado una carta a usted, dónde se disculpa por ocultarle las que Lord Lilian ha escrito. Seguro se las ha enviado al Conde pensando que su Padre lo ayudaría a hacer que llegarán a sus manos de manera discreta... Pero el Conde se reveló en contra de la idea, al parecer— confesó entre suspiros.

Mis piernas tocaron el suelo y mis ojos miraban expectantes a Lord William, con un dolor que recorría mi alma y la prendía en un inmerso fuego. Mi rostro se llenó de lágrimas, mi mente de curiosidad, enojo por injusticia, simplemente tenía un mar de sentimientos encontrados. Todo mi cuerpo deseaba tener la fuerza de correr y desaparecer de Birmingham, todos aquí ocultaban cosas, jugaban con los sentimientos de los demás, como si de mover piezas se tratase. Quizás si... Esas cartas hubieran llegado a mis manos, en aquel momento estuviera teniendo una realidad distinta a la que vivía.

Seque mis lágrimas, pero era imposible no sentir melancolía. —Esas cartas son mías, le exijo que me las entregué— susurré entre llanto.

—¿Usted ama a mi primo, Lady Rosset?— preguntó rodeando el escritorio y afincándose justo frente a mí.

—¿Que clase de pregunta es esa, Lord William?— conteste a la defensiva, nuevamente volvía a estar enojada con el mundo.

El saco un pañuelo de su bolsillo y me seco el rostro tanteando cada lágrima delicadamente. —Le preguntó que si ama de verdad a Lord Lilian— insistió.

Decidí que en un momento como este, ya no tenía remedio seguir ocultando la verdad. Lord William sabía de nuestro pequeño romance, si es que se podía llamar así a los roces que tuvimos mientras Lord Lilian estuvo cerca de mí en alguna oportunidad.

—Cuando me enteré de que se casaría con la Princesa, dude de la realidad, tanto así que hasta el día de hoy, no había sentido nada más que un profundo vacío, llorar es libertador, porque al menos puedo sentir algo. Le juro que he estado a punto de entrar al lago y caminar a un mundo donde las sirenas me llevasen para no regresar jamás y vivo con la angustia de que en algún momento llegase la invitación de la boda del hombre que amo y amaré por siempre... para ir a verlo desposar a otra mujer que no seré yo.

Lord William me miró con pesar, seguramente todos teníamos algo por lo cual llorar. —Le doy mi palabra que no le diré nada a nadie de esto. Quise quemar las cartas, pero pensé que no debería, porque en tal caso que usted no supiera... Que Lord Lilian la ama tanto como usted lo ama, debía de saberlo de alguna manera u otra.

Él se levantó y me ayudó a ponerme sobre mis pies. Se dirigió hasta el escritorio y saco de una gaveta la caja de la que me habló, introdujo la llave y del pequeño contenedor saco unas cartas, un poco empolvadas y con algunas telarañas. —Tenga Lady Rosset, ojalá hubiera estado al tanto de la verdad... La vida es injusta, pero... Tómelo como un sorbo de amor... Que usted tenía razón, él la amo y no creo que haya dejado de hacerlo ni un segundo.

Gracias por leer!
Ya son 29 caps y me reconforta saber que han llegado hasta aquí conmigo ♥️

En los brazos del Vizconde De BirminghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora