Capítulo 2

807 71 18
                                    

—¡Rosset! ¡Espérame por favor! — me gritaba mi hermana Anette mientras corríamos hacia el gran lago fuera de la mansión.

Corrí y corrí para llegar primero, mi alma estaba brincando, casi saliendo de mi cuerpo. No sé qué había pasado esa noche conmigo, pero me sentía tan joven como cualquiera de mis hermanas.

Yo estaba por cumplir veintiséis años en diciembre, lo cual ya era una edad tardía para casarse, en cambio, mis hermanas tenían diecisiete y veinte años, y mi madre intentaba buscarles marido, pero sin logro alguno. Ellas eran tan jóvenes, quería que siguieran corriendo por el pasto a medianoche tantos años como pudiesen, o que encontraran a un hombre que disfrutara correr con ellas.

Llegamos al lago, un poco agotadas, respirando agitadamente y riéndonos la una de la otra con las mejillas tan rojas como las manzanas que colgaban de los árboles.

—¿Anette, que estás haciendo? — le refunfuñe a mi hermana al ver que subió a una roca casi sumergida en el lago.

Ella tambaleaba, pero se reía a carcajadas.
Su cabello castaño se veía con mucha luz y sus ojos azules me recordaban al azul del cielo que resplandecía en las tardes de verano. Aún le faltaban algunos dientes por crecer, y eso la acomplejada mucho, pero ella era tan hermosa y mística como una aurora boreal.

—Te reto a que subas conmigo— me respondió.
Le negué con la cabeza a sus insistencias y crucé los brazos.

—¡Vamos Ross! No seas aburrida— chilló girando los ojos.

¿Yo? ¿Aburrida? ¡Eso sí que no!
Tome impulso y me subí a la roca junto con ella, sujetándola de los antebrazos para nivelar el peso, le bese la frente y la abrace fuerte mientras reíamos.

—No te voy a durar toda la vida para jugar Rosset— sonrió apacible. —Después, cuando me case y no tengas con quién jugar, me extrañarás— enalteció.

—¿Ah sí? Veremos quién extraña más a quién.
Le hice cosquillas para reírnos en compás debido a su burla y la empujé para que bajara de la roca hacia la tierra que estaba a un metro de distancia.
Nuestras risas eran tan fuertes que seguro se escuchaban hasta la finca vecina.

—¡Quién anda ahí!— grito una voz de repente.
Mi hermana corrió rápidamente hacia los arbustos para ocultarse, ya que se suponía que debíamos estar en cama.

Yo intenté saltar hasta el otro lado, pero mis pies resbalaron y caí entre el lago. Solo vi el agua cruzar ante mis ojos y me apoyé del fondo para salir rápidamente. Estaba empapada, todo mi vestido estaba demasiado pesado y apretado, pero pude salir a la orilla.

—¿Lady Rosset? ¿Es usted? — pregunto una voz en la oscuridad.

Esa sombra era el mismísimo Lord Lilian, que caminaba rápidamente hacia mí. Me tomo de los brazos y me miró con mucho cuidado.

Un ruido entre los arbustos lo distrajo y se giró, pero logré sujetarlo de los hombros para que volviera a girar hacia mí. No quería que descubriera a mi hermana Anette, mi madre no podía saber que salimos a tales horas.

—Lady Rosset— me miró impresionado a mi contacto.
Quito crudamente mis manos de sus hombros y su rostro cambio de frágil a enojado.

—Lord Lilian— le respondí directa.

—Usted sabe que no puede estar a altas horas de la noche sola, sin protección alguna, corre peligro. Hay demasiados hombres despiadados fuera de aquí, tiene prohibido hacer estas cosas— me reclamó con un tono de enojo.

Parecía ser un cascarrabias, no un hombre libre y aventurero.

Vi a mi hermana correr hacia la finca, tomando su vestido y su pelo para hacerlo lo más rápido posible y no ser descubierta. Pude ver su cara, se veía asustada por el enojo del Lord.

—Usted no puede hablarme así— informe, temeraria. —Soy lo suficiente mayor Lord, para salir a la hora y al lugar que yo desee.

Lord Lilian empinó su cabeza hasta el suelo, y volvió de sus labios una amena sonrisa. —No lo dudo mi Lady, pero su hermana oculta en los arbustos aún no— rio entre carcajadas.

Mi rostro se tornó tan pálido como la noche, si le decía a mi madre nos metería en un gran problema.

—Por favor... Le ruego, no le diga nada a mi madre— tome su mano por impulso, sin saber lo que hacía.

Él me miró intensamente, y cobijo mi mano fría entre las suyas que estaban muy calientes. Un estallido de emociones recorrió mi cuerpo, como si una serpiente se deslizara entre mi piel.

—Yo no diré nada, es una promesa, pero quiero velar por su protección— subió mi mano y la beso con cariño. —Es decir, por la protección de usted y de sus hermanas— se acomodó nervioso y devolvió mi mano.

Apretó su pecho y respiro hondo. —Disculpe mi acercamiento, mi Lady.

—No se preocupe, Lord, no ha sido desagradable para mí, al contrario... ha sido todo un placer— conteste con el corazón latiendo a millón.

Canción para matar el tiempo hasta el otro capítulo:

"Until i found You" — Stephen Sánchez.

Gracias por leer 💗 me ayudarían apoyándome para que la historia llegue a más personas y me impulsen con sus comentarios a publicar más seguido💗

En los brazos del Vizconde De BirminghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora