Capítulo 43

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—¡Le he dicho que se alejara de Lady Rosset, Sir Ezequiel!— gritó Lord Lilian, corriendo hasta postrarse en frente de mí, guardándome tras su espalda. No había escuchado ni sus pisadas con la fuerte ventisca que nos había caído encima.

—¿Ha estado siguiendo a Lady Rosset, Lord Lilian?— le preguntó, mirándole en total seriedad. —¿O por qué ha llegado aquí exactamente?

Lord Lilian se acercó a Lord Ezequiel, mirándolo con llamas en los ojos. —Lo he seguido a usted, ¿O pensó que bajaría la guardia?

—Lady Elizabeth ha jurado quitarle todo, ¿No es temeroso del poder de la Corona?— le dijo amenazante, empuñando sus manos. —Una vez ya ordenó arrebatarle un poco de sí mismo a alguien, a dos veces dicha la advertencia, es de muerte... Pero una tercera vez dada la advertencia, es capaz de enviar a arrancar pedazo por pedazo hasta que la persona quede irreconocible tanto en la vida como en la muerte— concentró sus ojos directamente en mí, con tanta rabia que sentía el calor de su maldad.

—¡Basta!— El Vizconde lo sujeto por la camisa, y empuño su mano, apuntando directamente al rostro del Lacayo. De pronto, a pesar de la furia que emitía de sus ojos, Lilian respiro profundamente y comenzó a bajar su brazo, estaba arrepentido de lo que estaba haciendo. —Sabes que... Nunca he permitido que el veneno de la Corona me haga alguien que no soy— lo empujó hacia el piso, alejándose dando pasos hacia atrás.

Sir Ezequiel, como se le hizo posible, se levantó, y mientras corría gritaba: —¡La Princesa les cortará la cabeza!

Era un fanático, aferrado a la idea de que sirviéndole a la Monarquía podría ser alguien especial para ellos, pero la verdad era que la realeza veía a los Lacayos como mascotas, que se sentarían y se levantarían con solo una orden, sin titubear. No sé daban cuenta que cobrando las cuentas de la Corona, los matarían tarde o temprano, y los reemplazarían de inmediato... Porque la lista para entrar a ser "parte" estaba llena de talentos que no nacieron con sangre azul, pero sí con mucha ambición, tanta que se creaban una fantasía de que podrían pertenecer o ser iguales a quien nacieron en cuna de oro.

Me sujeté el corazón y caí sobre mis rodillas, las palpitaciones eran tan terribles que pensé que me daría un infarto. —Rosset— me cobijo entre sus brazos Lord Lilian, con gran preocupación. Intentaba luchar por no perder la conciencia, pero el frío solo me alentaba a cerrar los ojos. —Si usted muere, ya no tendré más razón para vivir, Rosset. Aguante por mí— sus ojos se tornaron vidriosos, yo sabía Lord Lilian era un ser sensible... Una sensibilidad que solo me mostraba a mí.

Me alzó para cargarme, la primera vez fallo, sus pies se zambullían en la nieve y tambaleaba. La segunda consiguió sujetarme, y paso a paso nos sacó de ese punto tan frío, alejándonos del lago. Abrió la puerta de una cabaña, quizás una de huéspedes de los Kelly, quienes eran abruptamente ricos en terrenos. Sentí un alivio cuando entramos y cerró la puerta tras nuestra espalda, las corrientes de frío se detuvieron. Coloco mi cuerpo sobre una cama y se agachó para quitarme los zapatos y cobijarme a mi primero, a pesar de que él moría de frío y sus pies debían estar morados de caminar por minutos entre nieve y cargando mi peso.

Lord Lilian se sentó en un sillón al lado de la cama, agotado y respirando agitadamente. —Prefiero el calor de una caldera... Quizás en Cork no es tan quebrantable el frío — comentó riéndose.

Yo le sonreí, recuperándome del congelamiento. —¿Y por qué no siguió el viaje?

Él se acercó a mí, acariciando mi rostro con sus dedos, delicadamente anhelando mis ojos, como si de querubines se tratase. —¿Cómo iba a irme sabiendo que usted se quedaría en Dublín?— objetó, comiéndose mis labios con la imaginación a través de sus ojos. —Rosset... Jamás quise meterla en un problema de esta magnitud, así le contará cien veces la razón de las cosas, nunca sería suficiente desahogo para sentirme mejor por hacer que su vida sea complicada. Quiero defenderla, así tenga que pelearme contra el mundo entero, pero... nada de esto hubiera pasado si no me hubiera ido de Birmingham. Pensé que la estaba cuidando, pero solo nos estaba castigando al sufrimiento de tener que verla como un recuerdo... El recuerdo más maravilloso de mi vida.

Yo negué con la cabeza y tomé su cuello para acercar su rostro hacia mí. Le planté un beso, tomando sus labios entre los míos, y abrazando su cuerpo entre el calor de mi piel. Ni siquiera me importaba lo que pasaría después... —No me arrepiento, Lilian. Porque he vivido más con usted de lo que había vivido en toda mi vida. Sería atroz existir sin haber amado, y usted me ha dado la dicha.

Lord Lilian se metió entre las sábanas, abrazando mi cuerpo. El calor se intensificó, y nuestras almas regresaron a casa... Dónde siempre debieron quedarse, en esa noche de Birmingham, cuando nos conocimos, si tan solo... Un oráculo nos hubiera dado una pista de que esto pasaría en el futuro y pudiéramos haber cerrado la habitación con llave y jamás salir de ahí.

—Hablaba en serio cuando le dije que si usted moría, ya no tendría más razón de vivir— beso mi mejilla y contuvo las tiras de mi cabello entre sus dedos. Mirándome tan sinceramente, como si fuera el centro de su mundo o el diamante más bello de la tierra. La verdadera belleza estaba en sus ojos, solo reflejaba lo mucho que amaba, con las pupilas dilatadas y un brillo que solo tenía al verme. —Mi vida solo se había basado en mirar al horizonte, esperando que el barco chocará con el muelle de alguna ciudad, anhelando encontrar algo que me mantuviera en tierra firme. No quiero dejarla escapar, Rosset, no a lo más preciado que he tenido... Me perdería a mí mismo, porque ya no sé quién soy sin usted. 

Gracias por leer!
Agradezco que hayan llegado hasta aquí, ya son 43 caps! Estoy tan feliz! He de anunciar que unos capítulos más y nuestra historia termina 💔

En los brazos del Vizconde De BirminghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora