Capítulo 48

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—¿Está usted bien, dulce Rosset? — me preguntó Lord Lilian, subiendo la sabana de la cama hasta mi pecho, intentando calmar el frío tan agobiante que se apoderó de mí en la montaña.

Habíamos decidido subir silenciosamente hasta mi recámara en la casa de Lady Leticia, no deseábamos arruinar su feliz boda deseada, a pesar de las trágicas circunstancias. Tampoco sabía cómo encarar a mi hermana y decirle lo que había pasado con su esposo porque, a pesar de que él le hizo la vida un infierno, yo estaba segura de que sentía cierto afecto al fantasma que él representaba en su hogar.

—Sí... Estoy bien ahora, amado— suspire de la comodidad de la cama y de lo deleitante que me parecía la voz de Lord Lilian, tan grave, pero a la vez te hace sentir en casa con la suavidad en la que decía cada oración.

Se sentó a mi lado, mirando mi rostro con anhelo. —¿Por qué me ha seguido hasta ahora en mis desvaríos? ¿Por qué ha confiado en mí?

—Porque te amo, Lilian — me senté en la cama, y rodee su cuello con mis manos, intentando decirle que moría por él. —Sé que no querías que yo atravesara... que atravesáramos todo esto. Pero yo también acepté mi destino, y prometimos que en Cork se acabaría todo... Al menos para nosotros dos. Estaba consciente del peligro y una parte de mí sentía que quería morir contigo si ya no estabas, pero me he dado cuenta de que lo que deseo es vivir, porque así es la única luz que tengo para mantener tu recuerdo vivo en mi mente y sabré que fui feliz, al menos una vez.

Lo besé, una y otra vez, sintiendo que aún estaba a tiempo de recordar nuestros últimos suspiros juntos. Unía sus labios a los míos, parecían ser piezas de rompecabezas que estaban hechos para encajar el uno con el otro. Nuestra conexión podría buscarse en miles de almas, pero solo se compactaría en esta única ocasión, en esta sola vida.

—¿Me olvidarías tú, Lilian?

—Nunca olvidas tu estrella favorita... Y tú eres la mía, Rosset— tomo mi camisón y me acerco para besar mi frente, tan dulce como una cereza. Su aliento estaba ameno, respiraba con tranquilidad. Percibí que conmigo sentía una paz que siempre anhelo y buscaba en el silencio del océano. —Me daba miedo conocerte mucho más de lo que hago ahora, porque quizás conozca algunas páginas de quién eres, de tu amor, de tu luz y todo eso me han hecho darme cuenta de que eres la única cosa por la que anhelo respirar cada segundo del día, Rosset. ¿Te imaginas leer tu libro completo? ¿Hasta las pequeñas cosas de ti? Eso sería sentir que he cumplido mi deseo, conocer a la estrella que me guio muchas noches perdido en el mar.

Comenzó a besar mi rostro, con intensidad. Tanto que me desvestía con sus manos. Ahí reconocí que sabía de lo que hablaba sobre la estrella, porque lo mismo había experimentado cuando le vi por primera vez... Era la luz en la oscuridad, la luna del cielo opaco, la vela en el camino y la unión de una verdad: que el amor puro existía.

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—No sé cómo sentirme, Rosset— la abrace, intentando contener las lágrimas que salían de los ojos de Julieta. La habíamos apartado del festejo de la boda, quienes incansablemente continuaban danzando hasta el amanecer. Al decirle, corrió hasta una habitación para intentar resolver las emociones que vendrían después de saber lo que pasó.

—Julieta... Es horrible lo que pasó. Sé qué pasaste cosas terribles mientras él vivía, pero también es válido que llores su muerte si eso deseas o quizás que no quieras hacerlo también lo es, solo quiero que puedas seguir adelante, porque mereces buscar tu lugar en paz...

—No Rosset... No estoy herida porque él murió. Estoy así por ti, podría haberte perdido Rosset... No eres un gato con siete vidas, no ibas a caer de pie ¿Entiendes eso? ¿Que pasaría cuando volviera a casa? ¿Cómo viviría sin saber que te acostarías a mi lado en la noche? ¿Que me esperarías hasta tarde? ¿Qué curarías mis heridas al caerme? ¿Quiénes seríamos nosotras si ti? ¿Qué sería de un triángulo faltándole una línea?— lloraba descontroladamente, y me lastimo mucho al no darme cuenta antes o no tomarlo con tanta dicha, saber que yo también era importante en el corazón de mis hermanas. —¡Yo no quiero correr en la dichosa pradera a menos que sepa que tú correrás en ella también!

La sostenía entre mis brazos, llorando con ella, con el corazón reventado de tantos hoyos. Por una parte, yo me alejaría de quién amaba, y eso dolería, pero por otra, estaba aliviada de que la vida haya alejado a Lord Lionel de mi hermana, costará lo que costará para verla viva y sobre todo... Libre.

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Baje las escaleras, rápidamente buscando a Lilian, quien con desespero deseaba encontrar. Mi cuerpo quedó suspendido, sus maletas estaban listas en la entrada. —¿Te irás otra vez?

Él me miró y sonrío pacíficamente mientras caminaba hacia mi vanguardia. —Rosset, tengo que ir a Isla de Man, el Rey de España me espera allá. Está a pocas horas en ferry...

—¡Volverás a irte sin avisarme! ¡Otra vez, Lilian!— le grité, destruida y agotada de ser paciente. —¿Qué se supone que debes hablar con ese hombre?

—No me gustan las despedidas... Odio abrazarte y saber que tengo que decirte a "Adiós". Te iba a dejar una carta... — saco de su abrigo una carta con sello rojo y la coloco en mis palmas. —Iré porque tengo cosas que arreglar... No es tan fácil zafarme del problema en el que me metieron en contra de mi voluntad. Quisiera ver a qué acuerdo podemos llegar...

—¿Para qué un acuerdo?

—Para no tener que casarme con una mujer que no amo, Rosset— refugio mi mejilla con su cálida mano, y beso mi nariz. Reflejaba mucha tristeza, tanta que sus ojos estaban cristalizados. —Confía en mí... Arriesgaría cualquier cosa para que seas feliz.

Tome el cuello de su camisa y acerque su rostro al mío. —No seré totalmente feliz a menos que estemos juntos. ¿Prometes que volverás para hacerme feliz?

—Lo prometo... — dijo efusivo, besando mis labios, con pasión. Refugiando mi cuerpo entre los roces del suyo, demostrando el dolor terrible que desataba, el escuchar cada vez más lejanos los latidos de un corazón que le amaba.

Gracias por leer! Poquitito para llegar al final ♥️

En los brazos del Vizconde De BirminghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora