Capítulo 34

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Pensé que mi corazón no volvería a romperse después de lo que había vivido, pero me equivoqué... No había dolor más profundo que ver a mi hermana de dos años, feliz y correteando detrás de mí para alcanzar un listón, y que en un abrir y cerrar de ojos se convirtiera en una mujer, casada con un maltratador, infeliz y ahora con la perdida de sí misma por un bebé que era deseado.

—¿Cómo ha sucedido?— inquirió mi Madre, buscando el desahogo de Julieta.

Ella secó sus lágrimas y tomo aliento para responder. —Me he caído, y simplemente ha pasado. Comencé a sangrar... Pensé que moriría. Mi bebé tenía poco tiempo en mi vientre, así que no sobre... No sobrevivió. Eso pasó hace una semana, siento que esta vida no tiene sentido, ha sido como perder a un ser querido, pero sin conocerle.

—Eso no quita el hecho de que sientas dolor, tu corazón en este momento estará en una cumbre, no obstante... No debes saltar Julieta— entoné, sujetándola fuerte. —Tu bebé también te amaba sin conocerte, no tengo la menor duda. Nada que yo diga, va a calmar ese gran pesar en ti, pero tu bebé no querría que te pase algo, te necesita para ayudarlo a que, en un futuro, pueda reencarnar como otra luz en tu vida.

Ella me miró expectante, con claridad en los ojos. —¿Crees que mi bebé regrese?

—Él regresará a ti de una manera u otra, Julieta. Hasta entonces debes de buscarlo en los árboles, en el olor de las flores, en la vela de tu noche, en la luna que refleja el lago, en cada día... Busca a tu bebé, y verás que siempre estará contigo... Será la mariposa que se posará sobre tu nariz cuando menos te lo esperes— bese su mejilla y ella me devolvió una sonrisa, era como ver su corazón curar una parte de sí.

Las personas nunca nos acostumbraremos a las perdidas, eso es un hecho, y menos cuando ni siquiera llegaron a ser, se forma un sentimiento extraño de que te ha faltado vivir algo. El proceso de sanación es fuerte, pero yo sé que se puede volver a amar con intensidad. Su bebé, aunque tampoco le conocí, era mi sobrino, y también cargaré con su dolor. Nunca podrá gatear, nunca podrá conocerme, nunca crecerá y siempre se quedará en ese cuerpo, jamás podrá conocer todo el amor que le tendríamos, pero estoy muy segura de que su alma volverá a buscar a Julieta y renacerá en busca del amor que ahora le tenemos guardado.

—He llorado mucho estos últimos días, solo necesitaba verlas— levantó su cabeza, afligida, pero más calmada. —Siento un poco más de paz por tenerlas aquí, y sí... Sé que mi bebé me buscará de alguna manera. Lord Lionel... Odiaba a mi bebé, ha de estar feliz con lo que me ha pasado.

Eso fue muy sospechoso, ¿Por qué Lionel odiaría a su propio bebé? A menos que...

Mi madre y Anette la miraban en confusión, como si faltará una parte de la historia. —Lord Lionel, ha sido una pesadilla, no me imagino... Hasta odiar a su propio bebé... Tranquila Julieta, de él no podemos esperar nada— intenté amedrentar la situación.

Ella me miró, avergonzada.

—Julieta... —dijo Anette. —¿Por qué estás encerrada? ¿Por qué no te permiten recibir visitas?

Ella volvió a empinar su vista al suelo, se veía muy incómoda con la pregunta. —Lionel, Lord Lionel... Él no ha sido bueno conmigo, ha pensado que es mejor que yo no reciba visitas sin su autorización. Me preparé todo el mes para por fin salir a la boda de Lady Leticia, y me ha dicho que no puedo asistir, pero la verdad es que estar aquí encerrada y recordar continuamente mi perdida es más doloroso que fingir que he seguido adelante ante Cork. Se ha apropiado de todo aspecto de mi vida, ya ni siquiera puedo ir al lago a ver el atardecer— contó, temblorosa y melancólica.

—No puedes quedarte aquí, no puedo permitirlo— le contesto mi Madre, furiosa. —No necesito dos hijas, necesito tres hijas, fuertes y felices. Me cansé, arregla tus maletas, nos vamos a Cork.

Julieta se levantó de un tirón. —Madre, nadie me dejará salir, son órdenes de Lord Lionel.

Mi madre subió a un mueble, tomo una espada antigua de la pared, al parecer una reliquia y la apunto hacia nosotras con dureza. —Quien se atreva a impedirnos la salida, perderá los dos ojos, y no es una amenaza Julieta. Toma tus cosas, dije que nos vamos a Cork.

Las tres nos levantamos y seguimos sus órdenes, Julieta saco una maleta del baño, casi armada, y pensé que ella también estaba pensando huir cuando tuviera la oportunidad. Recogimos algunas prendas que le hacían falta, y de regreso, no bajamos por el pasaje, mi madre decidió que nos iríamos por la puerta principal, como unas damas.

—¿Qué está haciendo, Lady Julieta? — preguntó la doncella que habíamos conocido antes, frenando nuestro paso. —No se puede ir, el Vizconde ha dado ciertas indicaciones.

Mi madre, ignorándola, nos tomó de las manos y nos hizo continuar caminando por toda la casa, los caballeros nos miraban atentos, con preocupación en el rostro. —¿Qué pasa aquí? —pregunto el mayordomo, exaltado, mirándonos de arriba abajo.

—Nos vamos a Cork, y lamento decirle que cuando su carta llegue allá, probablemente nosotras ya hayamos llegado primero antes de que usted de aviso a Lord Lionel que nos llevamos a su "amada esposa"— atinó mi Madre, alzando la voz. —Así que sea tan amable de apartarse de nuestro camino, o sentirá el corte que yo sentí cuando me tiró la puerta en la cara— le mostró brevemente la espada.

Sin decir ni una palabra, el mayordomo, con el miedo flameando de sus ojos, nos permitió el paso y contuvo el aire hasta nuestra salida. Mi madre era la persona más valiente de la tierra.

Nuestro carruaje nos esperaba, estaba muy segura de que disfrutaríamos Cork, nos olvidaríamos de todo lo malo que nos rodeaba, como si hubiera desaparecido algún dolor ocurrido en nuestro corazón.

Mi Madre y Anette, subieron primero al carruaje, me asegure que no hubiera moros en la costa y la tome del brazo para hablar con ella sin que nadie nos escuchase. —Julieta espera...— Ella me miró atentamente, aun su rostro se apreciaba hinchado y abatido por todo lo acontecido. —Ese bebé no era de Lord Lionel... ¿Verdad?

Gracias por leer! ♥️

En los brazos del Vizconde De BirminghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora