Capítulo 6

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El gran palacio deslumbraba con hermosas telas colgando del techo, velas y vajilla de la más fina. La boda de Julieta sería la boda del año, todos los más importantes personajes de la realeza estaban invitados, incluyendo a Lord Lilian, quien había desaparecido por más de un mes.

No sabíamos nada de él, más que una simple carta donde nos dijo que el viento lo había llevado más lejos de lo previsto, pero que estaría en alma y corazón para nosotras, que su presencia sería vista pronta, pero no precipitadamente.

La condición del Conde había mejorado, y pensamos que el Vizconde se había ido con la certeza de que su padre no moriría durante su ausencia, pero irse un mes entero era de bárbaros, sentimos que nos había abandonado.

—Madre, estoy muy nerviosa— confesó Julieta. —Jamás pensé que me casaría de esta manera... Al menos no en esta situación, bajo el disfraz de un escándalo— empino la cabeza al suelo.

—No es un consuelo, hija mía, pero al menos te casarás con un hombre de la nobleza... Alguien joven, que puede aprender contigo— respondió mi madre. —A una pobre prima la casaron en las mismas condiciones con un Duque de 50 años, y ella tan solo tenía 18... Algunas cosas son más barbaries que otras— comentó.

—Pero siguen siendo barbaries— agregué.

Cómo no sentir irá si a tu hermana la casarán con alguien con quien apenas ha hablado y por el cual le han hecho dudar de su virilidad, de su moral... Hasta de sí misma, y los Edwards, por el grado del escándalo, creen que le están haciendo un favor a mi hermana permitiendo que su hijo la despose.

Contrataron a Madame Linda para cantar ópera durante la salida de la novia, pero afinando me di cuenta de que cantaba como si tuviera un ave atorada en la garganta. La boda de mi hermana había sido totalmente planificada por ellos, ni siquiera nos permitieron interferir. Estábamos molestas, tristes y cansadas, pero todo tenía que seguir en marcha para poner el buen nombre de mi hermana en lo más alto de Birmingham otra vez.

—Estás hermosa, Juli— le dijo Anette tocando la tela del velo. —Eres la novia más hermosa.

Julieta la miro a los ojos y le sonrió, con mucho alivio, como si necesitaba de esas palabras para seguir adelante. Vi como su energía cambio, estaba más calmada y comenzó a sonreír un poco más.

—Es verdad, Juli es la novia más hermosa... No solo de Birmingham, sino del mundo entero— comenté. — Y serás muy feliz porque, aunque Lionel no corra contigo en la pradera, sé que correrás por ti misma detrás de los conejos y atraparás grillos— bese su mejilla.

—Recuerda lo que papá decía... "Oh, querida Julieta— cito mi madre adecentando su mejilla. —, quien te despose debe ser un hombre con dinero, porque debe de tenerte como yo te tengo, como un diamante, y debe de quererte como yo te quiero, porque eres un diamante en bruto"— le decía bromeando a Julieta.

—¡Papa era todo un bufón! — río Anette.

Julieta se sonrojó por tantos halagos y comenzó a reír más fuerte. Sentí como mi hermana de verdad se alentaba por nuestros comentarios, y nuestro único propósito era que, a pesar de las duras circunstancias, tuviera una boda agradable.

La música comenzó, y nuestros corazones titilaron, tanto que pensé que saldría de mi cuerpo. Mi madre venía con la hermosa Julieta tomada de mano, todos quedaron impresionados con lo bella que se veía.

Sentí como el alma de mi padre estaba presente caminando junto a ellas.

Lord Lionel se veía un poco incómodo, tenso, pero cuando Julieta se posó en su frente, y lo miro a los ojos, una sonrisa apareció en sus labios, como si hubiera visto a un ángel. No sé por qué, pero sabía que los Edwards le darían todo lo necesario para ser feliz, o al menos, una vida digna.

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Bailaron y bailaron en el medio del salón, sin quitarse la vista de encima los recién casados, como si las condiciones fueran otras. Por un lado, me alegraba la simpatía de Julieta, ella se veía alegre y divertida. Lord Lionel, por otro lado, aunque a veces se notaba algo tenso, miraba a mi hermana con cariño, cómo que a pesar de todo lo que sucedió, mi hermana fue elegida para él por el destino.

—Su hermana menor se casó primero que usted, ¿Qué dilema no, Lady Rosset? — burló Lady Marlet, quien era la esposa de un Señor de Oxford.

Un enojo enorme entró en mis entrañas.

Sabía que todo Birmingham chismorreaba sobre mi edad y mi soltería, que yo debía de tener algo malo, porque ya los hombres no se fijaban en mí, y rechace a los que se me acercaron, porque querían que todo fuera tan rápido como un chasquido, y yo solo quería conocerlo lo suficiente para ver si compartía mi loca y obsesiva idea de correr descalzos por las praderas.

—Lady Marlet, gustó verla— adecenté. — Al contrario, estoy saltando en un pie de la felicidad, Julieta merece lo mejor y quién diría que sería Lionel Edwards, un Vizconde ¿Increíble no? — respondí.

—Sí... que suerte— contestó cortante tomando un trago de vino.

—Hablando de la realeza, espero que el Señor William de Oxford se haya recuperado de su tos. Debes estar atenta con ello, está ya en la tercera edad y usted tan joven, no querría perderle a tan corta edad— comenté hipócritamente indignada.

El rostro de Lady Marlet cambio instantáneamente de altitud a vergüenza. —Si me disculpa, debo ir al baño mi Lady, felicidades a su hermana — se inclinó para despedirse y se perdió entre el gentío en el salón.

Los comentarios pueden herir igual que un cuchillo entre las costillas, pero Birmingham no cambiará, o te defiendes de ellos o te vuelves su marioneta.

—Es propio de usted sentir ira— susurro una voz a mi oído.

—Es impropio de usted haberse ido y abandonarme— murmuré con enojo.

Canción para no aburrirse hasta el próximo capítulo:

"Fire on fire"— Sam Smith.

Lamento no haber publicado en un tiempo, prometo ser más constante en las actualizaciones. Ya casi somos 70 estrellitas ⭐

En los brazos del Vizconde De BirminghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora