Capítulo 33

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—Madre, basta de suponer cosas—manifestó Anette, en un tono de pocos amigos y luego se levantó de su asiento. —Julieta cuéntanos la verdad de una vez. Siempre estoy de tu lado, todas nosotras estamos contigo, solo queremos saber si estás en peligro. Nos preocupamos por ti, y ahora todo esto... Todo este drama para siquiera poder verte unos segundos. Es suficiente haberte extrañado todo este tiempo, para que la primera vez que te visitemos nos demos cuenta de que tú estás mal y ni siquiera enterarnos para ayudarte... Cómo fuese posible.

—Dijeron que estabas embarazada— mencioné con reconcomio, pero intentando ser directa para finiquitar la disputa.

Julieta me miró directamente y empino su vista al suelo tragando grueso. —¿Cómo la gente de Birmingham se enteró?

Al escuchar esa pregunta, era obvio que Julieta estaba embarazada, quizás por alguna razón quiso mantenerlo en secreto y para su sorpresa, alguien ya había regado el chisme de su embarazo. Era una mujer casada, con un Vizconde, sí... En un matrimonio infeliz, pero al fin y al cabo, los embarazos no habría por qué ocultarlos, o al menos era muy raro hacerlo profesando que se trataba del hijo parte del linaje de la realeza.

—Julieta— se acercó Anette, y tocó suavemente a Julieta en el vientre, queriendo mostrarle afecto y calidez por su bebé.

—No me toques— se levantó de un tirón del asiento, dejando a Anette con las manos vacías.

Mi madre y yo la miramos sorprendida, la dulce y bondadosa Julieta, había sido evidentemente fracturada por la mano de un matrimonio, por obligación, por un hombre que seguramente le había destruido hasta el alma, la tranquilidad y su propia paz.

Julieta se sentó sobre su cama, y solo la observamos a la lejanía, intentando darle un poco de espacio a la compresión de sus pulmones y emociones. Yo jamás había estado embarazada, pero conocía de cerca lo que sufrió mi Madre con mis hermanas. Crear un ser humano por nueve meses, y después criarlo, todo era una historia aterradora y a la vez extremadamente valiente, que la mayoría de las mujeres enfrentaban... No eran tiempos donde se podía decidir tener o no hijos, no había más opción si estabas casada y si lo hacías estando "sola", eras penada y exiliada por la comunidad donde las mujeres éramos siempre nulidad.

Mi madre poco a poco se acercó a ella, intentando ser cuidadosa. —Estamos contigo, mi pequeña Juli— susurro hincándose a su frente, y tomo su mano con fuerza. Julieta empapó su rostro de lágrimas, proyectando el verdadero dolor de su alma.

Anette y yo nos acercamos rápidamente, y nos sentamos lado a lado para que sintiera nuestro cariño, que ella no estaba sola y que no tenía que vivir ninguna pesadilla sin apoyo, que también su dolor nos pertenecía, que lo vivíamos juntas.

—Pensé que estaba... Que podía enamorarse de mí— dijo entre llanto, ocultando su rostro entre las palmas de las manos. —Eso se suponía que debía ser, el amor es una elección, es elegir a esa persona cada día y quien me diga lo contrario nunca ha amado... Yo lo elegí muchas veces, hasta que entendí que él nunca me elegiría— continuó rompiendo en llanto e intentamos cobijarla con nuestros brazos.

Si bien muchos matrimonios eran arreglados, lamentablemente la mayoría de ellos se vivían en una pesadilla. Dos personas que fueron amarradas por la sociedad, es muy difícil que se convirtieran en una pareja de amantes, más allá del sexo, amar sus almas y verse como iguales... Casos muy fortuitos lo lograban... Aunque a ciencia cierta nunca se sabía con exactitud quienes se amaban y quiénes no, ya que todo Birmingham tendía a vivir de apariencias.

Me sentí mal de tener ese choque de realidad, cuando en la boda de Julieta y Lord Lionel verles tan... Comprometedores, mirándose fijamente, de verdad había tenido esperanza de que él hiciera feliz a Julieta a pesar de las circunstancias a las que habían tenido que enfrentarse.

—Julieta... Entiendo cómo te sientes, sé que estás pérdida, confundida, quisiera poder deshacer todo el daño que Lord Lionel te ha hecho y sé que en tu corazón, aún eres una niña, eres mi niña— manifestó mi Madre. —No puedo borrar el hecho de que él te desposo, pero debe de haber una forma de tenerte más cerca, que estés más en casa, así podríamos ayudarte más a llevar tu matrimonio, a mantenerte ocupada y alejada de él. No puede ser que estés encerrada y sin recibir visitas... No entiendo por qué intenta mantenerte separada del mundo, hasta de tu propia familia.

Julieta seguía llorando, sin tomar aliento, es como si estuviera llorando por todo el pesar que no pudo soltar desde que se casó con Lord Lionel. Estaba asustada de verla así, no tenía ni la menor idea de cómo ayudarla.

—Madre— dijo Julieta, recomponiéndose. Tragó grueso e intento secar sus lágrimas con el borde de su vestido. —No estoy así por mi matrimonio, que sí, siento que ha separado mi corazón en dos piezas. Lo que en verdad me ha destruido es que... He perdido a mi bebé, mi cuerpo... Mi cuerpo me ha fallado.

Nos quedamos en completo silencio mientras nuestras almas lloraban. El destino le había fallado a Julieta, porque no solo la condenó a un matrimonio sin amor, también a la perdida de una parte de sí misma. Había visto a madres perder bebés, y eso era un sufrimiento inexplicable, más allá del entendimiento de las que no habíamos tenido un hijo en nuestras entrañas.

Mi Madre comenzó a llorar también, no pudo soportar lo duro de lo que estaba escuchando. —Hija mía, perdóname por no poder haber estado, has pasado los horrores tu sola— giro su cabeza de un lado a otro, lamentándose. —No es justo, mi Juli, no es justo que Dios haya asentado cosas horribles para ti.

—No te lamentes, Madre... Lord Lionel me ha alejado de todo el mundo, hasta de lo que un día fui— las lágrimas volvían a correr por sus mejillas, y ella sujetaba su pecho, como sujetando su corazón hecho pedazos para que no cayeran al suelo y se despegaran de su alma.

Gracias por leer!♥️ Ha sido difícil de escribir, las perdidas no son fáciles 💔 les mando mucho amor.

En los brazos del Vizconde De BirminghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora