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EL VIENTO:

Las espadas y la corona. Ellos son aquellos. El amor más allá de la muerte.

La corona, el chico del corazón que vive, él es aquel que se despierta por la mañana deseando desaparecer, ser cualquier otra persona excepto él, porque como odiaba a quien miraba en el espejo. Esa mañana se levantó, se vistió y se detuvo frente a ese cristal que reflejaba su físico, pero eso no era lo que importaba. Lo que significaba quien veía era lo que lo mataba. La decepción de un padre, el culpable de la muerte de una madre y una hermana, el estorbo de un padre, un líder incapaz, el odio de un padre.

Dejó de mirarse al sentir una sensación en el pecho, no quería salir ese día, pero algo dentro de él lo movió a pensar en que, si se alejaba de todos y de todo, podría tener más paz en la mente. Salió de su habitación, siguiendo con la rutina de miradas de aprecio falsas y sonrisas vacías. Todos en esa comunidad esperaban algo de él que nunca sería.

Estaba convencido en escapar por hoy. Se escondió de sus hermanos, pero sobre todo de su padre. Fue fiel a las sombras hasta que encontró su moto y escapó de los muros por ese hueco de las láminas que sólo él conocía.

¿Por qué dejaría una comunidad de sobrevivientes tan segura? Quizá miedo. Y es que, aquel lugar era enorme, una hacienda para proteger a muchos, dándoles lo que en un apocalipsis pocos podrían tener, comida, una cama, ropa limpia, a quien correr en caso de necesitar ayuda. Lo tienen todo

Y aun así, ¿Cómo es que si lo tiene todo, no tiene nada?

Ella también escapaba. No de un lugar lujoso, ni mucho menos. Escapaba de sí misma, de la vergüenza que le traían los recuerdos de su declaración de amor a su mejor amigo, de ocultarle secretos a su mejor amiga y a su hermana, de ser ella. Las espadas, la chica del corazón que ha muerto, sale de su lugar seguro cuando se siente acorralada, sabiendo que no debería, que podría morir, pero ahora, realmente eso no le importa. Piensa que su mundo se cae cada día y, cuando siente que lo hace, algo le muestra todo lo contrario.

¿Por qué se alejaría si lo que deja atrás es el amor? Quizá miedo. Y es que, aquel lugar era muy pequeño, una casa que protege a pocos, dándoles lo que en un apocalipsis nadie quisiera tener, soledad, envidia, terror, frío, desconfías en que alguien te ayudaría si pides ayuda. No tienen nada.

Y aun así, ¿cómo es que teniendo nada, lo tiene todo?

Se encontraron cuando más se necesitaban. Como lados opuestos o quizá iguales.

Así, como se hallaron, tuvieron que irse. Sin saber nada más de lo que los hacia ser ellos, de lo que llenaba sus cabezas, de lo que hacía latir sus corazones.

¿Se volverían a ver? Tal vez, pero no se conocen, no se atreven, no confían.

Si tan solo él supiera que su nombre no salió de la cabeza de ella, que su corazón desea volverlo a ver aunque no sepa la razón y que el conocerlo, había sido una razón para seguir peleando.

Si tan solo ella supiera que él moría de la emoción todo el camino a casa porque la conoció, que en su cabeza giraba su rostro, su sonrisa, su voz. Que el conocerla había sido una razón para seguir peleando.

Este es el inicio de algo, una llama que quema y arrasa.

Es fuego contra fuego.

RendirnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora