Clanes

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Ese día estaba algo nublado, hacía mucho frío por lo que no tenía muchas ganas de quitarme las cobijas, preferiría quedarme aquí con un chocolate caliente como el que preparaba mamá en invierno, cuando toda la familia venía para navidad.

Lo malo es que no había chocolate y tampoco estaba mi mamá.

—No me levantaré, tengo frío.

—Siendo sinceros, no es como que exista un día en el que hayas querido levantarte. —Jack entró por la pequeña puerta, después de que le replicara que solo quería dormir cinco minutos más—. Por eso tengo que venir todas las mañanas, para que puedas seguir peleando por salvar este mundo.

—Tienes razón, nunca quiero levantarme, pero para nada me siento avergonzada por ello.

Me tapé hasta la cabeza con las cobijas.

—Me doy cuenta —rio y dio un paso para tomarme del brazo y sacudirlo para que despertara—. Vamos, tenemos muchas cosas que hacer.

—No quiero —insistí mientras Jack seguía tratando de combatir contra mi flojera.

—Bien —aceptó a regañadientes—, esperemos tus cinco minutos —se acostó a mi lado. Lo rodee con mis brazos—, y... ¿Cómo te fue ayer?

—Hablé con Jimmy sobre Peggy.

—¿Y cómo está?

—Él está bien —respiré sin estar convencida de la respuesta—. Dentro de lo que cabe, creo que su forma de lidiar con esto es apartarse de todo y todos.

—Cada uno tienen su forma, tenemos que respetar eso.

—Lo sé —suspiré confundida. Quería ayudar a mi amigo, no que me alejara—. Solo que quisiera haberlo apoyado más.

—Lo único que tienes que hacer es hacerle saber que no está por su cuenta y que vas a estar ahí para él cuando lo necesite, eso hacen los mejores amigos —me aconsejó soltando un bostezo.

—Entiendo, gracias por la ayuda.

Me recosté en su pecho para intentar no pensar en las cosas que me deprimían, al menos no por los cinco minutos que tengo para quedarme acostada.

—No hay de que —besó mi cabeza antes de levantarse por más que busqué detenerlo—. Me iré, pero tienes que levantarte algún día, al menos para comer.

—Ya voy, solo dame unos minutos para cambiarme, no te abandonaré.

—Lo sé —me devolvió una sonrisa—. Te espero, el desayuno de hoy estará muy rico, eso me dijeron.

—Tengo demasiada hambre... y solo eso hace que me levante, comida.

—Pensé que era yo tu razón, ahora estoy muy decepcionado —dijo con sarcasmo.

—Solo tengo tres grandes amores en esta vida —confesé estirando mis brazos—. Lily, la comida y tú, así que no te quejes.

—Yo solo diría que estás tú... y bueno, aceptémoslo, también la comida.

******

Jack hablaría con los caballeros en el jardín, sobre toda la larga lista de acontecimientos que nos están bombardeando últimamente, lo que con seguridad nos llevaría a tener una muy larga plática. Jack subió a los escalones de la cabaña y comenzó el discurso, postrándose tan seguro, como siempre.

—Quiero empezar con lo que repito todos los días desde el ataque, que lamento mucho lo que pasó en el centro comercial, si perdieron amigos, familiares, personas a las cuales amaron, lo siento y deben saber que estoy aquí para ustedes —los jóvenes que sobrevivieron al ataque, se quedaban en silencio escuchando a Jack. Eran muchos menos de los que estaban cuando llegué, lo que hacía que todos tuvieran un ánimo muy decaído—. Ahora tenemos que pelear por ellos, vivir por ellos, honrar sus memorias. Siento lo de Peggy —miró a Jimmy rápido con compasión—, Gonzalo, Carolina, Luis, todos los chicos que murieron, pelearon junto a mí, pelearon por mi familia, por lo que les estaré eternamente agradecido. Eran mis amigos, los llevaremos siempre con nosotros, en nuestros corazones —dejó unos segundos de silencio por todos ellos—. Gracias a Dios mi hermano está bien —señaló a Ramón que se paraba a un lado con su muleta—. Gracias también a May que, aunque la mordieron, ahora está bien.

RendirnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora