Rendirnos

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Siete días sin su abrazo y aún rogaba verla una vez más, tenía tantas cosas que decirle, pero quizá solo un último "te amo" me hubiera llenado. Una semana sin Lily pasó tan lento, el tiempo corría conmigo encerrada en mi habitación. No tenía la fuerza para salir de ahí sabiendo que cuando regresara, no habría alguien esperándome. Me quedaba observando su cama, lo vacía que estaba. Veía sus cosas inmóviles y que parecían haberles robado la vida también, incluso las acomodé un poco como si ella fuera a regresar. Mantenía cada vestido como ella los dejaba, a veces, los abrazaba esperando que hubiera algo de ella, aunque fuese solo su aroma, pero había escapado.

Logramos restaurar el clan Velázquez con ayuda del clan Castilla y el Morales. Pablo y James fueron muy amables, me ayudaron en todo lo que necesité, al igual que a mi clan. Logramos volver a poner las cosas en su lugar en pocos días, claro que casi nadie dormía. Al final, valió la pena.

¿Quién pensaría que dos de mis amigos terminarían dirigiendo cada uno su clan? Es casi como una fantasía, la cual me hacía pensar que si Jack estuviera vivo, podríamos dirigir un clan, como queríamos. Hubiera sido el plan perfecto, si él no se hubiera ido. Todo sería diferente y sería suficiente.

Próximamente volvería a ver a los líderes, Pablo me invitó al igual que a James a ver lo que ha logrado con su clan. Me emocionaba mucho ir, sin embargo, sabía que Pablo lo hacía más para saber cómo estaba sin sonar tan insistente, trató de estar a mi lado todo el tiempo que pudo, a veces se quedaba conmigo por las noches hasta que me dormía. Tampoco es que quisiera hacerlo, dormir, temía encontrarme con personas en mis sueños.

Y en medio de todo ese dolor, tampoco sabía lo que Meredith había hecho en mí, no me sentía diferente después de verla juguetear con mi corazón y, al menos, no me sentía un muerto, o no del tipo que camina fuera de la universidad. Eran pesadillas al final, solo creaciones de mi cabeza. Meredith no era real y no podía afectarme. No lo permitiría.

Las cosas parecían una locura, no podía creer como pude perder tanta gente en un año. Me rompieron el corazón en muchas ocasiones, a veces sentía como si caminara sola y estuviera destinada a hacerlo siempre.

******

Esperaba tranquila en mi oficina, jugueteando con el anillo que colgaba de mi cuello.

Rosa me llevaría el informe del día, ojalá las cosas siguieran avanzando, sin problemas, todo podría ir bien. Estaba tardando un poco, me preocupaba que algo malo estuviera ocurriendo, hasta que Daniel entró a mi oficina.

—¿Puedo entrar? —preguntó abriendo la puerta.

—Claro, claro —sonreí, él se sentó en la silla frente a mí. Por alguna razón, lucía nervioso, movía sus piernas de manera rápida. Lo miré extrañada—. Estás nervioso, dime por qué.

—Es que... —tartamudeó.

—Daniel, solo dime, sabes que puedes confiar en mí —me levanté de la silla arrodillándome junto a él—. No importa lo que sea, encontraré la manera de solucionarlo.

—Es solo que... —puso su mirada en la mía—. Estoy completamente enamorado de Rosa.

—Lo sé —sonreí soltando un suspiro de calma, mi cuerpo ya se estaba preparando para recibir una mala noticia—, ¿por qué eso es motivo para ponerte nervioso? Casi creo que tendría que matar a alguien más.

Rosa y Daniel se la vivían codo a codo, patrullaban juntos, cada cosa que pudieran hacerla en conjunto, la hacían. Ya toda la gente del clan sabía que ellos eran una pareja. Inclusive una vez Daniel le cantó una canción a Rosa frente a todos, fue adorable. Pudo haber sido más tierno si tan solo él cantara un poco mejor, pero ese es otro tema.

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