Mejores amigos

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Hacía mucho tiempo que no hablaba ni con Daniel o el oficial, así que iría a verlos por la tarde, después de la comida. Les dije que quería contarles demasiadas cosas que habían pasado en mi vida recientemente, tenía que decirles cuanto los extrañaba ahora que ellos tenían que planear búsquedas de comida con otros señores de su edad. Estaban todo el día ocupados, ahora quería estar con ellos.

Desde que compartían el cuarto se estaban haciendo mejores amigos, los veía reírse a lo lejos de cualquier cosa, aunque no era de sorprenderse, ya que seguramente tendrían cosas en común.

Ver tantos inicios, de relaciones y de más, me ponía a pensar en lo bueno que era saber que se pueden olvidar los errantes cuando estás protegido, cuando no tienes nada que temer, pero ¿alguna vez acabaría esta paz? Me preocupaba pensar en lo fácil que es perderlo todo, así como la casa de Peggy, las cosas estaban bien en el momento y, sin importar eso, se terminó.

Caminaba hacia el desayuno con Peggy, yo no había comido en "el festín" antes, así era como solían llamarle al lugar donde se servía la comida, algo como una cafetería. Solía desayunar con Jack o Lily en diferentes lugares de la hacienda, pero ese día él me dijo por la mañana que resolvería algunas cosas y Lily pasaba el día con María.

El festín era enorme, Peggy me había explicado que las comidas se dividían, a las nueve de la mañana los ancianos y niños, diez adultos, por último, nosotros "los caballeros", se suponía que nos daban preferencia porque nos encargábamos de la protección de todos, por lo que nos daban el tiempo que quisiéramos para comer.

El piso era de una madera vieja de color café intenso, las mesas eran como la cafetería de la preparatoria, rectangulares, de una madera desgastada esparcidas por todo el lugar. A lo lejos, unas mujeres servían la comida, mientras los jóvenes se formaban. Tanta comida se veía como un sueño.

Caminé junto a Peggy para formarnos, cuando llegó nuestro turno, tomamos un plato y ya servida la comida, la llevamos hacia una mesa donde estaban Jimmy y James, sentados con un chico de cabello rizado rubio, robusto y que parecía un niño como de trece o quince años. Hice lo mismo que Peggy, me senté junto a los chicos.

—May, un gusto verte aquí —exclamó Jimmy que casi se atragantaba con la sopa que comía—, hace tiempo que no comemos juntos.

—¿Por qué te sientas con nosotros? —me preguntó el chico con un tono extraño y de repente.

—Perdón, pero ¿por qué no lo haría? —le contesté mientras él me miraba asombrado—. Somos amigos —señalé a Peggy, Jim y James—, llegamos juntos, solo que no vengó mucho.

—No te lo tomes a mal, es solo que el festín de los caballeros se divide según tu cercanía a los líderes, ya sabes te dan preferencia si eres de la familia Reyes. Mira por ahí, están los rescatados, como nosotros, nuestras mesas están algo desgastadas y si llueve es muy probable que nos mojemos, pero no me quejo —enmarcaba con mucha seguridad cada detalle de las miserables mesas en las que nos sentábamos, que a mi parecer, no eran lo mejor, pero tampoco estaban tan mal—. Los de por ahí, son hijos de los amigos del monarca, él se aseguró que recibieran los mejores tratos y cosas, les gusta que los llamen "las doncellas". Hacen sus grupos, en especial cuando se trata de salidas, ellos se protegen las espaldas. —Los chicos a los que señaló, eran unos siete sentados y riendo entre ellos. Jessica era parte, por supuesto—. Son perfectas —dijo el chico suspirando—, en especial Roberta.

—Parece que alguien está enamorado —comenté molestándolo, mientras él negaba con la cabeza—. Aunque piénsalo, somos pocos, estamos en medio de un apocalipsis, no deberían tener preferencias.

—Cree lo que quieras, hace la comida más amena, imagina una batalla campal de sonrisas y miradas de superioridad —continuó el niño—, además, como ya dije, para mí las doncellas son perfectas. Ahora la del centro, la mejor mesa, es esa, la única con la que no tienes miedo de astillarte el trasero debido a los cómodos cojines que tienen y, claro, les llevan la comida sin tener que formarse, ahí está Jack, nuestro líder, a veces las doncellas suelen sentarse con ellos.

RendirnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora