Te extrañaré

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—Que Dios desde el cielo los proteja —aclamaba el monarca—, ojalá obtengan todo lo que quieran, disfruten mi regalo para ustedes, mis queridos caballeros.

Ayer con Jack regresamos algo tarde. No nos dio tiempo de dormir, así que no tenía mucha energía para afrontar el día. Además, estaba nerviosa, ir a un centro comercial que podría estar lleno de errantes no me hacía sentir nada segura, cualquiera podía morir. Los demás jóvenes o caballeros, o lo que sea, lo celebraban como si estuviéramos yendo a un carnaval.

—May —James caminaba hacia mí con un gesto raro—, ¿cómo estás?

—Algo inquieta.

Miraba a todos los demás, pensaba en lo que buscarían ellos, ¿por qué anhelarían tanto ir?, ¿Buscarían algo para sus familias?, ¿Irían por cosas que en serio necesitaban?,

—Pues tu cara no lo parece —señaló James—. Tienes una enorme sonrisa.

—Créeme, me preocupa morir —dije mientras recogía mi cabello en una coleta.

—No lo creo —James me sonrío burlón, yo lo miré extrañada—. Ayer caminaba con Ramón y necesitaba pedirte algo, fui a tu cuarto. Tú y Jack dejaron la puerta abierta, no había nadie ahí, me pregunto, ¿qué estuviste haciendo?

—No necesitas saberlo —suspiré sin sostenerle la mirada.

—Vas a contarme, pero no ahora —chocó mi hombro con su brazo.

—Lo sé.

—Por ahora, podemos concentrarnos en lo del centro comercial —cambió de tema, lo que agradecí.

—Tú no deberías estar preocupado, eres inmune.

—Pues lo estoy, si me comen por completo, estoy seguro de que mi inmunidad no ayudará a regenerarme —James giró hacia otro lado, pronto me di cuenta a quien veía.

—Espera un momento, ¿qué tiene Ramón? —pregunté con curiosidad.

James contemplaba a Ramón con bastante atención. Él estaba hablando con Jack. James le sonreía pareciendo embobado.

—¿Quién?, ¿Ramón? —James rio nervioso—, nada, solo es... él es...

—Me dijiste que ayer caminabas con Ramón —mi cabeza empezaba a crear historias como tanto le entretenía—, ¿Te gusta? Tú no eres de andar por ahí con extraños, al menos que tengas una buena razón —interrogué con una sonrisa juguetona.

—No —negó con algo parecido a seguridad—, obvio no, solo hablaba con él sobre... sobre... sobre ti.

—¿Sobre mí? —averigüé curiosa, aunque claro que no le creí nada—. Ni si quiera pienses en mentirme.

—Sí, porque me dijiste que no le caías bien, traté de convencerlo de que eras una buena persona.

—Vas a terminar diciéndome la verdad.

—Sí, lo sé... lo sé .

Se fue fingiendo correr.

******

Lily tenía clases exactamente ese día. Odié no verla, yo solo necesitaba que ella supiera cuanto la extrañaría y que todo lo que pensaba que le gustaría, lo conseguiría, quizá incluso juguetes nuevos.

Busqué una hoja de papel y pluma, le dejaría una carta. Nunca había sido buena escribiendo, mis ideas las expresaba mejor hablando que en un papel. Ahora tenía que arreglármelas. Tomé la hoja y comencé a escribir, tratando de hacerlo sencillo.

Princesa, tengo que irme, prometo buscar

algunos juguetes para ti, te extrañaré mucho.

RendirnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora