Te quiero tanto amor

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Eres mi momento cercano al cielo

El espíritu que llegó a salvarme

O tal vez a tu tierra condenarme

Porque tú te has hecho mi consuelo


Es el infierno en vida y ahí estás

Es el desastre de un alma perdida

Es el dolor de quien vive afligida

Es la pura destrucción y ahí estás


¿Cuántas veces necesitas oírlo?

Pídeme gritarlo hasta el cansancio

Mi boca no dudará en repetirlo


Te amo hasta que no hay más temor

Te amo trayendo vida a la muerte

Te amo y te quiero tanto amor


Tenía mucha hambre. Por la noche, no había tenido tiempo de cenar, así que ahora, mi estómago gruñía casi desesperado. Incluso de esa forma, estaba nerviosa, pensaba en todas las posibles cosas que podían pasar con Peggy y Jimmy, no quería pelear con ellos después de lo que nos dijimos ayer, creía que ya era suficiente.

—Entonces, no lo sé, ¿tú qué piensas? —James hablaba sobre algo que yo no escuché.

Estoy tan inquieta por lo que pasó ayer que ni siquiera prestaba atención.

—No, obviamente no —contesté al azar.

—¿Qué? —James se detuvo, como si le sorprendiera mi respuesta—, ¿me estás escuchando?

—No, la verdad no —le sonreí—. Perdón.

—Me duele que me ignores —rio—, vamos a comer antes de que me ponga a llorar.

En el festín, ya con nuestras charolas de comida, comenzaba a sentir el miedo de enfrentarme a los que fueron y, espero que vuelvan a ser, mis amigos. No sabía dónde nos sentaríamos a comer, seguramente Peggy me mataría si llegaba a verme la cara.

—Vamos, la mesa está por allá —James se dirigía a la mesa en la que estaban Peggy y Jimmy—, es la mesa de los druidas —trató de hacer que me moviera hacia allá, pero me quedé plantada donde estaba.

—No lo sé James, creo que ellos no quieren que me siente ahí.

—Piénsalo, no pueden correrte de ningún lugar, si quieres sentarte, te sientas y ya, no pasará nada —me miró incrédulo de mi terror—. Más aún en un lugar que casi dirige tu novio.

—No quiero que se sientan incómodos, no por mí —regresé sobre mis pasos.

Choqué con Jack de espaldas, casi pierdo el equilibrio si no hubiera sido por él, que me sostuvo por los brazos. Me salvó de caerme y de la terrible tensión que hubiera sido tener que sentarme con mis amigos por un largo tiempo.

—Tranquila, no me mates —bromeó Jack—. Oye, ¿quieres sentarte con nosotros? Tú también puedes venir James.

—Sí, por favor, me estás salvando —le sonreí con alivio—, James ¿vienes?

—No, gracias —James se fue sin mirarme—, confrontaré mis problemas.

—Entiendo lo que dices —me acerqué a James susurrándole—, pero aún no estoy lista para enfrentarlos.

—Ven, por aquí —seguí a Jack mientras llevaba mi bandeja—. Se te ve bien el anillo.

—Gracias, me lo dio alguien importante para mí —bajé la mirada y toqué el anillo.

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