******

3 0 0
                                    

Mierda, ahora tendría que enfrentarla en persona o en sueños.

Ni siquiera sé para qué me esmero. Ella parece conocer todo sobre mí, como si fuera un libro abierto que ella puede tomar cuando quiere.

La veo. Sus ojos, su sonrisa. Me tiene. O eso es lo que la dejo creer.

—¿Así que decides matarme para comprobarme mi "destino"? —le grité bajándome del trampolín, caminé hacia ella.

No me atreví a tocarla, aun así no le mostré miedo.

—¿Matarte?, tú eres la que casi me mata a mí —estaba furiosa—. Si no salgo de ese asqueroso cuerpo, tus muertos hubieran acabado conmigo.

—Soy la devastación, ¿no es así? Eso es lo que hago, ¿no es lo que querías?

—Cálmate, no llegaremos a nada peleando, tienes que escucharme.

—No, estoy cansada de escucharte —di otro paso para acercarme aún más—. Tú me escuchas a mí. Déjame conocer por mí misma mi destino, no quiero tu ayuda.

—No puedo hacer eso, tengo que guiarte.

—Pues esfuérzate, porque la próxima vez que te atrevas a intentar matarme, yo no fallaré contigo.

El viento comenzó a moverse con fuerza, como si estuviera enojado. Arremetió con tal impulso que nos derribó a ambas, alejándonos la una de la otra.

Escuché muchos susurros provenientes de todos lados. Me concentré intentando descifrar las voces. Pensé que podrían ser tres mujeres, jóvenes. "Devastación", "Voy a regresarla", "Meredith no debió hacer eso", decía cada voz en su diferente tono.

—Paren, las tres —ordenó Meredith y los susurros se callaron—. Tenía que hacerlo, sin ti, ninguna puede vencer —trató hacerme escuchar a pesar del aire que seguía moviendo todo a nuestro alrededor, casi impidiéndome oírla.

—¿Moriré? —con temor me atreví a ponerme de nuevo en pie.

—No, yo nunca pensé en matarte.

Unió sus manos y de ellas apareció una oscuridad inminente. Su cuerpo comenzó a flotar en el aire, sus manos se extendían, sus ojos comenzaron a brillar en azul mientras su oscuridad nos rodeaba, apaciguando el viento. Quitándome el frío.

Se veía como una diosa.

—¿Cómo es que hiciste eso?

Descendió de nuevo poniéndose frente a mí. No intentó acercarse cuando vio que seguía rechazándola.

—Tú, como yo, tienes habilidades que van más allá de lo que el ser humano podría entender. La muerte, tan cercana a ti, te ha dado habilidades que, para poder dominarlas, debes aceptarlas y no hacerlo, acabará contigo. Debes entender, eres la devastación, necesito que lo veas.

—¿Qué pasa si no quiero serlo?

—Tengo la esperanza de que no seas tan estúpida.

Una mano tomó mi brazo y me jaló hacia un punto de luz muy fuerte.

Esa fue la penúltima vez que escuché a Meredith, antes de que dijera que yo era lo bastante cruel como para ser un dragón.

Sin saber que fue ella quien me guio hasta ese punto.




¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
RendirnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora