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ANTES DE DESAPARECER, Evangelyn sabía que algo andaba mal

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ANTES DE DESAPARECER, Evangelyn sabía que algo andaba mal.

Meses atrás había recurrido a las personas más poderosas que conocía para contarles de su preocupación. Un sentimiento de vacío, o, más bien, un tirón seco. Cómo si alguien hubiera atado su cuerpo y tirara de él todo el tiempo.

Solomón lo había considerado un mal presagio, Diavolo no había podido confirmarle ningún origen para su dolencia, y Lucifer se limitaba a mirarla con preocupación e investigar lo más posible.

Pero jamás sucedió nada, así que la chica comenzó a pensar en él como la forma de su cuerpo a adaptarse a la magia que fluía dentro de ella gracias a los pactos que tenía con sus hermanos, de los que aprendía a controlar cada vez mejor.

Hasta aquella noche.

Tenía ya su pijama en la mano, lista para ir a acostarse, cuando el tirón se volvió más fuerte y casi la tira de las escaleras. Fue una suerte para ella que cierto rubio estuviera para agarrarla.

── Woops. Cuidado, no vayas a arrugar esa bonita prenda.

Se estaba burlando. El pijama de Evangelyn era un conjunto de Ruri-chan que Levi le había regalado por su cumpleaños, y por mucho que a ella le hubiera gustado rechazarlo, era imposible negarse a los ojos de cordero degollado del avatar de la envidia.

En cualquier otra circunstancia se hubiera reído con él, pero el malestar de la chica la obligó a retener una arcada.

── ¿Eve? ¿Estás bien? ── los agudos ojos de Satán la analizaron, buscando alguna herida visible.

── Algo está... pasando. ──gimió.

── ¿Cómo puedo ayudarte?

── ...Lucy. Por favor.

Entendiendo al instante, Satán la levantó en brazos y se dirigió a la alcoba del mayor de los hermanos, frunciendo el ceño con impotencia cada vez que sentía a la chica retorcerse.

── ¡¿Eve?!

── Satán, ¿Qué pasa?

Evangelyn registró en su mente las voces de los demás, pero se negó a abrir los ojos hasta que fue pasada de los brazos del rubio a una mullida cama, bañada en aquel aroma tan familiar, tan hogareño.

── Eve, ¿Puedes oírme?

Sus párpados se levantaron automáticamente. Lucifer se había sentado a su lado con una mueca preocupada. A su alrededor, seis pares de ojos se posaban sobre ella.

── Está tirando mucho, Lucy. ──dijo sin aliento. ── Es cómo si me estuvieran llamando. Duele demasiado.

── Tranquila, llamaré a Diavolo y a Barbatos. Ellos sabrán que hacer. ── con su mano retiró el flequillo de la frente de la chica, aprovechando el tacto para sentir la temperatura de su hermana.

𝕀𝕄ℙℝ𝕆𝔹𝔸𝔹𝕃𝔼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora