Evangelyn Minerva, a pesar de su aspecto ordinario, no es una chica común.
Haber sobrevivido dos años al Devildom y ser adoptada como hermana menor de los Pecados Capitales no es ningún chiste.
Pero cuando su vida comenzaba a acomodarse, Evangel...
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ESE DÍA, EVANGELYN EXPERIMENTÓ emociones intensas que mucho tiempo atrás había dejado de sentir.
Soledad. Soledad absoluta.
¿Cuántos años habían pasado desde que se sintió tan sola? Ese sentimiento de vacío total... La última vez que lo experimentó, estaba sola frente a la tumba de su madre.
Sus hermanos, sus amigos... Ellos jamás la dejaron, y ese tiempo en el Devildom, aunque difícil, había sido el mejor en su vida.
Y acababa de quedarse sin nadie en el mundo. Ni quiera estaba en su mundo.
La desesperanza debió notarse en ella, pues media hora después se encontraba sentada en un sillón en la esquina más alejada del despacho del director, mientras no dos, si no cinco hombres discutían sobre su futuro.
Además de Crowley y Crewel, se presentaron otros profesores y miembros de la escuela allegados al director.
Por un lado, Ashton Vargas, un musculoso hombre de vocabulario simple e ideas fuertes. También Mozus Trein, el más anciano del grupo, aunque esbelto y orgulloso, acompañado por un gato con la misma expresión ceñuda que su dueño. Por último, un hombre de piel oscura, rastas negras y una sonrisa traviesa. Tenía pintura blanca en todo el cuerpo, simulando un esqueleto, y respondía al nombre de Sam.
──Esto no tiene precedentes. ── manifestó Trein acariciando a su mascota. ── Que el Espejo de la Oscuridad elija discriminar información vital de esta forma... Es un caso fuera de lo ordinario.
── No es un caso, Mozus. ──gruñó el de cabello bicolor. ── Es una cachorra, menor de edad, que fue trasladada de un mundo ajeno al propio sin nada que la ayude a regresar o a sobrevivir por su cuenta.