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𝕾𝖆𝖇𝖆𝖓𝖆𝖘 𝖇𝖑𝖆𝖓𝖈𝖆𝖘

A PESAR DE LOS MESES QUE habían pasado, Evey reconoció con facilidad el lugar al que su mente la llevó cuando cayó en brazos de Morfeo.

Se encontró a si misma corriendo sobre una pared de arbustos demoníacos, siguiendo de cerca a Satán, que zigzageaba en el laberinto del palacio buscando a sus hermanos.

──¿Los ves? ──preguntó el rubio mirándola sobre su hombro.

──¡Aún no!

La chica saltó con dificultad a otra pared cuando su camino se acabó.

Satán giró para la izquierda, y ella lo imitó. La de ojos celestes creyó ver movimiento más adelante, así que le hizo un gesto con la mano para que continuara por allá.

El demonio esbozó una sonrisa maliciosa.

Un par de vueltas más y casi que chocaron con Asmo, que resollaba con cansancio apoyado en una de las paredes.

──Mira nada más a quien encontramos. ──tarareó el menor.

Asmodeus de tensó al instante, levantándose y mostrando las manos en son de paz.

──Satan, cariño, ¿No podrías dejarme pasar por esta vez? Estoy agotado, ¡Y se me está corriendo el maquillaje!

──¿Tu qué dices, Eve? ──se cruzó de brazos, expectante.

──Yo no recuerdo que nos haya tenido piedad la semana pasada, cuando jugamos al Dígalo con Mímica Poseído. ──hizo como si lo pensara.

──¡Vamos, Eve! ¡Se buena con tu hermanito!

──¿Eh? ¿Belphie está aquí también? ──abanicó las pestañas con falsa inocencia.

Asmo infló los mofletes, retrocediendo asustado cuando Satán dió unos pasos hacia él.

──¿Así serán las cosas?

──Asi serán. ──dijeron los rubios al unisono.

──Oh, ya no quiero correr más. ──gimoteó a punto de reanudar la carrera.