Capítulo 37.

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Medicina experimental

Al verme, Rosa suelta un chillido y se lleva las manos a la cara.

─ ¿Eres un fantasma?

Sin darme tiempo a contestar, me agarra de los hombros, me estruja contra su pecho, me mece de un lado a otro y me estruja un poquito más.

─ ¿Qué haces aquí? ¡No puedes salir de casa! ─exclama apretándome de nuevo contra ella.

─ Yo también me alegro de verte, Rosa.

Ella me deja ir de entre sus brazos, sacude la cabeza como si estuviera presenciando un milagro y luego vuelve a abrazarme.

─ Cuánto te he echado de menos... ─musita, soltando mis hombros para cogerme el rostro con sus delicadas manos.

─ No tanto como yo. No sabes cuánto siento que...

─ Para.

─ Te quedaste sin trabajo por mi culpa.

Ella se encoge de hombros.

─ Y encontré otro enseguida. Eso no tiene importancia. Lo que me da pena es no verte.

─ A mí también, Rosa.

─ Tu madre solo hizo lo que tenía que hacer.

No quiero pensar ahora en mi madre, así que me vuelvo para mirar a Asher. Está de pie a unos metros de nosotras.

─ ¿Te acuerdas de él?

─ ¿Cómo iba a olvidarme de esa cara y ese cuerpo...? ─apunta lo suficientemente alto para que Asher la oiga.

Se acerca a él de dos zancadas y le propina un abrazo solo un poco más discreto que el que acaba de darme a mí.

─ ¿Estás cuidando bien de mi niña? ─le pregunta, apartándose para darle un par de palmaditas en el brazo.

─ Hago lo que puedo. No sé si te habrás dado cuenta, pero Kath puede ser un poco cabezota.

Rosa nos mira alternativamente, como si acaba de advertir la tensión que hay entre los dos.

─ Pero pasad, pasad. No os quedéis en la puerta ─dice al cabo de unos largos segundos.

─ Pensábamos que no te habrías levantado aún ─comento mientras entro al recibidor.

─ Cuando te haces vieja, una deja de dormir.

Me gustaría preguntarle si de verdad cree que voy a llegar a vieja, pero me callo y le pregunto otra cosa.

─ ¿Está María en casa?

─ Está arriba dormida. ¿Quieres que la despierte?

─ No, no tenemos mucho tiempo. Solo quería verte un momento.

Rosa vuelve a cogerme el rostro con las manos y me examina detenidamente, ahora con su cara de enfermera.

─ He debido de perderme un montón de novedades. ¿Qué haces aquí? ¿Te encuentras bien?

Asher se acerca a nosotras para escuchar mi respuesta.

─ Estoy fenomenal ─respondo en tono exageradamente alegre.

─ Cuéntale lo de la medicina nueva ─anuncia Asher.

─ ¿Qué medicina? ─pregunta Rosa, sin despegar sus ojos de los míos.

─ Una que he conseguido. Es experimental.

─ Kath, tu madre nunca te daría nada experimental.

─ Lo compré por mi cuenta. Mamá no lo sabe.

Bajo la misma superficie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora