Regalo
Una semana más tarde, mi madre toca la puerta de mi habitación. Me quedo sentada en mi baúl crema. Ella llama con más fuerza, y noto como mi resentimiento se activa de nuevo. No sé si podré reparar los lazos que se han roto entre nosotras. Me resulta muy difícil perdonarla cuando ni siquiera entiende del todo lo que ha hecho mal.
Abro la puerta de golpe cuando ella está a punto de llamar de nuevo.
— No es un buen momento.
Me dan ganas de hacerle daño una y otra vez. Tengo la ira constantemente a flor de piel. Pensé que se iría apagando con el tiempo, pero sigue ahí, apenas oculta.
— Te he traído algo —anuncia con voz tenue.
— ¿Crees que vas a arreglar esto con regalos?
Al final, acepto el regalo para terminar de una vez con esta escena. Quiero encerrarme lejos de ella, dejar de sentir lástima, compasión, o lo que sea.
Ella se da la vuelta para marcharse, pero se detiene a medio camino.
— Sigo queriéndote, Katherine. Y tú me sigues queriendo a mí. Tienes la vida entera por delante. No la desperdicies. Perdóname.
Abro el regalo de mi madre, obviando sus palabras. Es un teléfono móvil.
Cuando lo veo ante mis ojos, de pronto no soporto estar en casa, así que salgo. No sé dónde me dirijo hasta que llego allí. Por suerte, la escalera sigue apoyada en el mismo lugar en el que Asher la dejó. Subo hasta el tejado.
Ya entiendo porque le gustaba subir ahí. Ver la vida desde otro punto de vista. Se ve divertido, a pesar de los posibles problemas que uno tuviera.
Intento una y otra vez determinar el momento exacto en que todo cambió, el momento en que mi vida tomó el rumbo que me ha llevado hasta donde estoy. ¿Fue cuando murieron mi padre y mi hermano, o fue antes? ¿Fue cuando se montaron en el coche, antes del accidente? ¿Cuando nació mi hermano? ¿Cuando se conocieron mis padres? Tal vez no fuera en ninguno de esos casos. Tal vez la clave esté en el instante en que aquel taxista decidió que podía conducir un rato más.
Sin pensar más en ello, me dispongo a toquetear el móvil. Descargo Instagram y WhatsApp. Este último, sin sentido. No tenía el número de nadie. Solo el de Rosa, para casos urgentes. Este lo añadiría más tarde.
Me hago una foto con las vistas y la pongo de foto de perfil. Salgo sonriendo, de forma falsa, pero a los ojos de la imagen parece real. Me conformo con eso.
También cambio el perfil de Instagram con la misma foto y me armo de valor para abrir los directs. No hay rastro de ningún mensaje. Aún así, abro la conversación con Asher y escribo.
💬 Katherine: Cuando leas esto Asher, ya me habrás perdonado.
Enviar.
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Bajo la misma superficie.
Teen FictionPorque sin sentirse segura de sí misma, sigue siendo ella, con sus defectos y cicatrices, tiene mil razones para continuar y no darse por vencida, a pesar de su situación. Asher Brown, no lo esperaba. Katherine Jones, menos.