Capítulo 59.

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Ser cauta

Me paso los días siguientes buscando más información, cualquier cosa que pueda ayudarme a comprender lo que me ha pasado y lo que le ha pasado a mi madre. Me gustaría tener un diario en el que estuvieran escritos todos sus pensamientos y seguir la trayectoria exacta de su locura para rastrear su historia y la mía. Quiero detalles, explicaciones. Quiero saber por qué. Necesito saberlo todo, pero ella no puede explicármelo. Está demasiado dañada.

El doctor James me ha sugerido que busque un psicólogo para ella. Dice que, en su opinión, mi madre tardará mucho tiempo en ser capaz de contarme lo que ocurrió realmente, si es que llega a hacerlo. Dice que debió de sufrir un colapso mental cuando murieron mi padre y mi hermano.

Rosa emplea todo su poder de persuasión para convencerme de que no me vaya de casa. Dice que no sólo debo quedarme por mi madre, sino también por mí. Mi salud seguía siendo una incógnita.

Pienso en escribir a Asher, pero ha pasado demasiado tiempo. Le mentí. Es muy posible que se haya olvidado de mí. Ya debe de haber encontrado otra persona. No me veo capaz de soportar más penas de amor. Además, ¿qué le diría? ¿Qué no tengo el SCID? ¿Qué solo estoy un poco enferma?

Al final, Rosa logra convencerme para que me quede con mi madre. Dice que soy demasiado buena para dejarla sola. Y no sé si lo soy. Porque la persona que era antes de descubrir la verdad y la vida, ha muerto.

Acudo a la primera cita semanal con el doctor James. Me aconseja que sea cauta.

Pongo un pestillo en la puerta de mi habitación.

Mi madre intenta entrar en mi habitación, pero he echado el pestillo.

Se marcha.

Sigo escribiendo directs para Asher en el blog de notas del ordenador, que no llego a enviar.

El doctor James me sigue aconsejando cautela.

Pinto mi habitación, cada pared de un color diferente. Todas de color pastel.

Mi madre llama a la puerta, pero yo hago como si no la oyera. Siempre acaba por marcharse.

Encargo por Internet plantas de verdad para el solárium. Desactivo los filtros de aire y abro las ventanas. Compro peces de colores, los llamo a todos Asher y los suelto en la fuente.

El doctor James insiste en que es demasiado pronto para que me matricule en el instituto. Allí hay demasiada gente, demasiado virus.

Rosa y yo le convencemos para que me deje seguir con las clases presenciales en casa, siempre y cuando los profesores gocen de buena salud. Al doctor no le hace mucha gracia, pero al final termina accediendo.

Bajo la misma superficie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora