Capítulo 18.

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No hay nada de malo

Al cabo de los días, por fin se acaba la semana. Mientras tanto, Rosa me observa mientras me como la cabeza para decidir qué ponerme. La verdad es que nunca me he preocupado demasiado por ello. En realidad, nunca me he preocupado de nada en absoluto. En mi armario solo hay camisetas blancas y vaqueros ordenados por tipología: mom, jeans, campana... Mis zapatos, todos de diversas marcas pero blancos por supuesto, están apilados en el zapatero debajo de mi escritorio. En casa apenas me los pongo, y ni siquiera estoy segura de que haya algún par que me vaya. Después de mucho buscar, encuentro un par que sólo me aprietan un poco. Me miro al espejo. ¿Me sienta bien el blanco? Hago el propósito de comprarme algo de ropa. Me voy a probar una camiseta de cada color hasta encontrar la que mejor me siente.

Le pregunto a Rosa por tercera vez si mi madre ya se había ido.

─ Ya la conoces ─suspira y sonríe─. ¿Ha llegado tarde alguna vez en su vida?

Mi madre tiene la misma fe en la puntualidad que otras personas tienen en la religión. Dice que el tiempo es oro, y que es de muy mala educación hacérselo perder a otras personas. Por eso insiste que yo sea puntual, incluso en nuestras cenas de los viernes.

Me vuelvo a mirar en el espejo y cambio la camiseta que llevaba por otra de otro color. Tendré que hacer algo mientras espero a Asher.

Me gustaría poder hablar de este tema con mi madre. Preguntarle por qué me falta el aliento cuando pienso en él. Compartir con ella mi mareo feliz. Contarle todas las cosas divertidas que dice Asher. Confesarle que, por más que lo intento, no consigo dejar de pensar en él. Preguntarle si ella se sentía así cuando conoció a mi padre...

Trato de convencerme de que todo irá bien. No me puse mala la otra vez que estuvimos juntos, y Asher conoce todas las reglas. Prohibido tocarse, descontaminación obligatoria y parón en las visitas si tiene la mínima sospecha de estar pillando algún virus.

Me digo que no está mal ocultarle la verdad a mi madre, que no va a pasarme nada malo, que no está mal tener un amigo al que aferrarme y que Rosa tiene razón al decir que el amor no puede matarme, al menos de forma literal.

Bajo la misma superficie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora