Capítulo 21.

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Sé buena

— Tu madre me ha preguntado si te noto rara últimamente —anuncia Rosa desde el otro lado del salón, sacándome de la visión de la televisión.

Rosa vuelve a repetirlo, aún ya viendo que había levantado la vista de la televisión.

— ¿Tú me notas rara? —le pregunto, apagando la televisión. A lo que ella me quita el mando de las manos y lo tira al otro lado del sofá—. ¿Qué pasa? —pregunto esta vez sintiéndome culpable por no haberle hecho caso antes.

— Pasa que... tú y ese chico...

— Acaba, por favor —suspiro, sabiendo lo que podría venir.

Ella lanza un suspiro y se sienta a mi lado.

— Hice mal en dejar que os vierais.

— ¿Te ha dicho algo mi madre? —me volteo para prestarle toda mi atención.

— ¿Por qué le pediste aplazar una de vuestras sesiones de cine? —se cruza de brazos.

Sabía que no debería haberlo hecho. Mi madre parecía tan decepcionada cuando se lo dije... Pero no podía esperar hasta las nueve para escribir a Asher. Por mucho tiempo que pasemos mandándonos mensajes, siempre me sabe a poco.

Rosa prosigue con la charla.

— Además, se queja de que últimamente estás como ausente. Le ha extrañado que compraras tanta ropa y zapatos. Y por si fuera poco, estuvo a punto de ganarte a un juego en el que siempre la derrotas.

— ¿Crees que sospecha algo? —pregunto mordiéndome las uñas, nerviosa.

— ¿Es que solo te preocupa eso? ¿Has oído lo que te acabo de decir? Tu madre te echa de menos. Se encuentra sola sin ti. Deberías haberle visto la cara cuando me decía todas esas cosas.

— Pero es que... —intenté rebatir, pero Rosa me lo impidió callándome con la mano alzada.

— No podéis veros más —recoge el mando y lo agarra con fuerza, mirando a cualquier parte menos a mí.

— Rosa, por favor —suplico cogiéndola de los brazos—. No me quites a Asher.

— ¡Pero si no es tuyo! —se suelta de mi agarre.

— Lo sé...

— No, no lo sabes, Katherine. Asher no es tuyo. Tal vez ahora tenga tiempo para dedicártelo solo a ti, pero dentro de nada empezará el curso. Conocerá alguna chica y entonces será de ella, no tuyo. ¿Lo entiendes?

Sé que solo quiere protegerme, del mismo modo en que yo intenté protegerme a mí misma hace unas semanas negándome a hablar con él. Sin embargo, sus palabras me hacen ver que el corazón es músculo como cualquier otro. Y como cualquier otro, puede doler.

— Lo entiendo —susurro.

— Dedícale algo de tiempo a tu madre. Los chicos vienen y van, una madre es para siempre —estoy segura de que le ha dicho a María esas mismas palabras en más de una ocasión—. Bueno, ya está —sentencia, devolviéndome el mando.

Nos quedamos calladas con los ojos fijos en la pantalla apagada. Al cabo de unos segundos, Rosa hace fuerza con las manos en las rodillas y se levanta.

— ¿Lo decías de verdad? —pregunto cuando está a punto de cruzar hacia el pasillo.

— ¿El qué?

— Que el amor no podía matarme —respondo volviéndome a mirarla.

— Sí, pero podría matar a tu madre —sentencia con una sonrisa forzada. Contengo el aliento y espero. Sé que va a añadir algo más—. Bueno, vale —suspira—. Podéis seguir viéndonos, pero tienes que comportarte con más sensatez. ¿De acuerdo? —me señala con el dedo índice.

Asiento con la cabeza y vuelvo a poner la televisión.

Me paso el resto del día en la sala donde Asher y yo solemos encontrarnos, alejada de Rosa. No estoy enfadada con ella, pero tampoco puedo estar como siempre. Todas las dudas que tenía sobre si contarle o no a mi madre lo de Asher se desvanecen completamente. No me puedo creer que el solo hecho de faltar a una de nuestras sesiones de cine haya estado a punto de provocar el hecho de no verlo más. Si antes me preocupaba ocultarle un secreto a mi madre, ahora me preocupa no poder tener ninguno. Sé que no le ha molestado que me haya comprado ropa nueva, lo que le ha molestado es que lo haya hecho sin consultarla y de colores que no esperaba. Se ha enfadado porque yo he cambiado sin que ella lo hubiera visto venir, como todo. En el fondo la entiendo, lleva toda la vida controlándolo todo para mantenerme aislada para estar fuera de peligros.

Si es que en el fondo tiene razón, me distraigo mucho cuando estoy con ella. No puedo evitar que mi mente sintonice con Asher. Y aun así... me siento culpable. Mi madre me ha dedicado la vida entera. ¿Quién soy yo para tirarlo todo por la borda en cuanto el amor asoma por la puerta?

A eso de las cuatro de la tarde, Rosa me encuentra por fin. Tiene que hacerme el chequeo de la tarde.

— ¿La bipolaridad de personalidad puede aparecer? —pregunto en lo que ella me hace el chequeo.

— ¿Por qué? ¿Crees que la tienes?

— Podría ser —me encojo de hombros.

— ¿Y con quién hablo ahora, con Katherine buena o mala?

Me encojo de hombros a modo de respuesta, a lo que ella me da una palmadita en la espalda.

— Sé buena con mamá, ¿vale? Eres lo único que le queda.

Bajo la misma superficie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora