Capítulo 28.

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Rosa sale de la vida de Katherine

A la mañana siguiente me despierta un grito. Al principio pienso que es la familia de Asher otra vez, pero ha sonado demasiado cerca. Es mi madre. Nunca le había escuchado alzar la voz así.

─ ¿Cómo pudiste ser tan irresponsable? ¿Cómo se te ocurrió dejar que entrara un extraño?

Por más que me esfuerzo, no distingo la respuesta de Rosa. Abro la puerta sin hacer ruido y voy de puntillas hasta el salón.

No puedo dejar que Rosa cargue con la culpa de todo esto. Bajo las escaleras a toda prisa.

─ ¿Ha pasado algo? ¿Ha tenido alguna reacción? ─pregunta Rosa mientras me toca la cara y me examina para ver si hay algo raro en mi piel.

─ Salió al exterior. Por culpa de ese chico. Porque tú lo permitiste ─mi madre se da la vuelta para encararse conmigo─. Puso su vida en peligro, y además lleva semanas mintiéndome ─se vuelve de nuevo hacia Rosa─. Estás despedida.

─ No, mamá, por favor. No lo hagas. Rosa no tiene la culpa.

Mi madre me corta con un gesto.

─ Querrás decir que la culpa no es solo suya. Es de las dos, tuya también.

─ Lo siento mucho, de verdad ─suplico, pero ella ni se inmuta. Está realmente enfadada.

─ Yo también. Rosa, coge tus cosas y márchate ─señala con el dedo índice la cámara estancada. Que es el sitio que hay que coger siempre para salir. Por mi bien. 

Rosa sube las escaleras en silencio.

Mi madre y yo nos pasamos la siguiente media hora contemplando cómo empaqueta sus cosas. Tiene gafas de cerca, bolígrafos y cuadernos en casi cada esquina de mi casa.

No me molesto en enjuagarme las lágrimas. Mi madre está más tiesa de lo que la he visto jamás. Cuando por fin llegamos a mi cuarto, le doy a Rosa mi libro favorito. Ella me mira a los ojos y sonríe.

─ ¿No me hará llorar?

─ Puede que sí.

Ella pega el libro a su cuerpo y lo estrecha con un brazo, sin dejar de mirarme.

─ Sé valiente, Katherine.

Me echo en sus brazos, y ella deja caer la bolsa con sus cosas y el libro para estrecharme.

─ Perdóname, Rosa.

Ella me aprieta aún más fuerte.

─ No ha sido culpa tuya. La vida es un regalo, no te olvides de vivirla.

─ Ya está bien ─interrumpe mi madre con voz seca desde el marco de la puerta─. Sé que esto es muy triste para las dos. Lo creáis o no, también lo es para mí. Pero ha llegado el momento de que te vayas, Rosa. Ya.

Rosa me suelta.

─ Ten valor. Recuerda que la vida es un regalo ─dice de nuevo, mientras recoge su bolsa y mete mi libro en ella.

Las tres bajamos juntas la escalera. Mi madre le da un cheque con la liquidación, y Rosa sale de mi vida. 

Bajo la misma superficie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora