Mini Katherine con casco de astronauta
─ Ya sube el señor Aguado ─anuncia Rosa desde el pasillo.
Me dispongo a dar los últimos retoques a la maqueta de arquitectura que tengo como proyecto final de la asignatura. He tenido que dejar de hablar con Asher durante dos días para poder terminarlo.
El trabajo consistía en diseñar la casa de mis sueños, con todos los detalles y estilo a mi gusto. En los dos años que lleva el profesor Aguado dándome clases, sólo lo he visto dos veces en persona. Normalmente asisto a todas mis clases online, pero esta semana mi madre ha hecho una excepción. Sintiéndose culpable por lo de Amber y Asher, aún habiendo pasado dos semanas de lo ocurrido.
Las visitas son algo muy excepcional, porque cualquiera que venga tiene que someterse a una limpieza profunda antes de entrar en casa.
─ Katherine ─me saluda en tono alegre, dando una palmada para captar mi atención.
Es mi profesor favorito. Nunca me mira con pena, y le gusta la arquitectura tanto como a mí.
─ Hola profesor Aguado ─le devuelvo el saludo con una sonrisa torpe. Apenas sé cómo comportarme con las personas que no sean mi madre o Rosa.
─ Bien, bien ─se va para mi maqueta─. ¿Qué tenemos por aquí? ─se acerca a inspeccionarla con los ojos brillantes.
Él rodea la maqueta, sonriendo al ver algunos detalles y frunciendo el ceño viendo otros.
─ Bueno, Katherine, te has superado a ti misma. ¡Qué casa tan bonita! ─se vuelve hacia mí e intenta darme una palmadita en el hombro, cuando se da cuenta de que no puede tocarme. Es una de las reglas de los visitantes.
Sacude la cabeza y luego vuelve a inclinarse para contemplar la maqueta.
─ Muy bonito, sólo hay algunos detalles que se podrían perfeccionar, pero por lo demás genial. Pero antes que nada... ¿Dónde está nuestra pequeña Katherine?
Cada vez que construyo una maqueta, hago una mini yo con un casco de astronauta y lo escondo en alguna parte. Como si estuviera en el mundo exterior, pero siempre bajo mi protección. Siempre me hago diferente, en este caso me he puesto un vestido de lunares y unas trenzas en mi pelo que sobresalen por el casco de astronauta, de color cobrizo. Me he puesto sentada en la isleta con un montón de comida sobre aquella. Toda la comida que no puedo comer, dándome la sensación de que sí puedo y está riquísima.
─ ¡Ahí está! ─exclama el señor Durán observando la escena con una risa de complicidad─. Es una maravilla, Katherine. Pero... ¿Cómo vas a comerte toda esa comida deliciosa con el casco puesto y en tu propia casa?
Vuelvo a mirar a la mini yo. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza qué estábamos en la propia casa de mis sueños.
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Bajo la misma superficie.
Novela JuvenilPorque sin sentirse segura de sí misma, sigue siendo ella, con sus defectos y cicatrices, tiene mil razones para continuar y no darse por vencida, a pesar de su situación. Asher Brown, no lo esperaba. Katherine Jones, menos.