Logan
Tres días después
Antes no era la clase de chico que creía en el amor. Sí, quería a mi familia, pero al igual que con la existencia de Dios, cuestionaba mucho la existencia del amor. Era un sentimiento estúpido según mi punto de vista y me mantenía tan alejado de él como era posible. Había amado a Dove desde muy joven, pero hacía todo lo posible por mantenerla alejada, sobre todo cuando sentía que no podría controlar más mis sentimientos hacia ella, así que lo único que hice fue negar cualquier sentimiento de cariño en mi cabeza y vivir mi vida de esa manera.
Sin embargo, cuando nació Leah... fue la primera vez que no pude negar ese sentimiento, fue la primera vez que había dicho «Te amo» a alguien en mi vida. La primera vez que lo sentí sin negarlo, la primera vez que estuve seguro cien por ciento que era amor.
Leah fue mi luz en la oscuridad. Mi pequeña niña me salvó del monstruo en el que me había convertido y me impulsaba cada día a intentar ser mejor. No lo logré, pero lo intentaba por ella. Todo lo que hice desde que nació, lo hice por ella, para que viva feliz, sana y bien.
Nunca fui un buen padre para ella. Desde el inicio, escogí una madre terrible que la terminó abandonando y prefirió su estilo de vida antes de elegir a su propia hija. Yo tampoco me quedaba atrás, trabajaba demasiado, por lo que Jolie o Marie han pasado con Leah y la han criado en realidad, pero siempre intenté ser el padre que ella se merece. Intenté darle todo el mundo.
Mi pequeña niña hermosa.
Sé que se merecía algo mejor que yo, pero eso no quiere decir que no la ame con cada parte de mi alma.
El amor de un padre es muy diferente al que había experimentado. Vives y matas por tus hijos, haces todo para verlos bien, para verlos felices y contentos, para darles la vida que tú no tuviste. Es un nivel de adoración diferente. Tus hijos son lo más preciado que tienes y eres capaz de entregarle tu alma al diablo para que nada malo le pase nunca. Y, aun así, no puedes protegerlos de todo.
No puedes encerrarlos en una cajita de cristal para evitar que cosas de mierda le pasen.
Miro a Leah a través del cristal de su habitación en el hospital. Está conectada a varios cables que no tengo ni puta idea para que sirven, pero de alguna manera, es lo que la mantiene viva. Un catéter sale de su boca porque le es imposible respirar por sí misma. Ha usado una bata blanca durante los últimos tres días y sé que ella la odiaría porque le falta color y brillo.
Sus ojos están cerrados por tercer día consecutivo, su cuerpo demasiado hinchado. No hay rastro de mejora, ni un solo movimiento de sus dedos. Está ahí, acostada en esa cama de hospital completamente quieta y lo único que me indica que está viva, es el constante pitido de esa máquina que muestra los latidos constantes de su corazón.
Está en coma.
Leah está en un jodido estado de coma.
Mi dulce y tierna hija está muerta en vida.
Limpio mis lágrimas, sintiéndome tan impotente porque la razón por la que entró en coma es demasiado absurda. Se pudo haber evitado. Pudo haber sido diferente.
Según la explicación qué supieron darme —y que corroboré en las cámaras de seguridad de la guardería—, fue que estaban en la hora del recreo. Siempre tienen una cuidadora para que esté pendiente de los niños de su grupo, así que todos estaban jugando en esos malditos juegos infantiles del demonio. Su maestra se distrajo ligeramente con otro niño solo un segundo cuando Leah resbaló de la escalera que sube a la resbaladera y cayó al suelo, golpeando fuertemente la parte posterior de su cabeza.
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Mi Mejor Problema (AD #3) ✓
RomanceDove y Logan eran tan opuestos como el día y la noche, como el ying y el yang, y al igual que el bien y el mal, funcionan bien juntos. Solo que... eso significa otro problema para ambos.
